Der gewählte Präsident Lopez Obrador hat mehrmals seinen Wunsch geäußert, die Geschichte als den Initiator der „vierten Transformation“ (vT) des politischen Lebens von Mexiko zu machen. Aber wie es soweit aussieht, scheint es, dass ja, es wird Veränderungen geben, aber vielleicht nicht so umfangreich  um sie als vT zu bezeichnen.

Zuerst müssen wir definieren, was die «vierte Transformation» bedeutet. Die Transformationen in Mexiko waren durch eine tiefe Desartikulation der Staatsstrukturen gekennzeichnet, was dazu führte, dass das öffentliche Leben des Landes und im Laufe der Zeit seine Gesellschaft verändert wurde. All dies durch bewaffnete Bewegungen.

Die erste, laut Obrador, ist die Unabhängigkeit von Mexiko, unter der Führung von Pfarrer Miguel Hidalgo. Unabhängigkeit bedeutete eine radikale Veränderung. Agustin de Iturbide nahm im Jahr 1821 eine Reihe von Reformen, das erste mexikanische Reich zu schaffen und verbannt den Spaniern. Iturbide verwendete die die Macht der Kirche und verschob grundlegende gesellschaftliche Fragen, die zu seiner Abdankung und Exil im Jahr 1823 führten.

Die zweite große Transformation fand zwischen 1857 und 1867 statt, während der instabilsten Land und ausländischen Interventionszeitraum und unter der Führung von Präsident Benito Juarez. Außer den militärischen Siege von Juarez, diese Zeit wird durch die Verkündung der 1857 Verfassung und der Reformgesetze, gekennzeichnet. Das Ergebnis fürs Land war eine neue Verordnung des liberalen Charakters, die schließlich setzte- zumindest in rechtlicher Sinn- die Macht der Kirche herab.

Dann gab es die Revolution, die dritte Transformation. Obrador nimmt das Beispiel von Francisco I. Madero, einem edlen Charakter und der Führer der Bewegung „Antirreeleccionista“, die Porfirio Diaz in 1910 besiegt. Er ist wegen seinem Idealismus bekannt, und sein sein schwerster Fehler war, die Aufrechterhaltung der Strukturen der Diktatur, die zu einem Putsch gegen ihn und seine Ermordung führten.

Darüber hinaus Madero bedeutete die Revolution den Übergang zu einem friedlicheren und modernen Land, in dem die Intitutionen erstellt und gestärkt wurden, die Mexiko Stabilität zumindest bis zur zweiten Hälfte des Jahrhunderts gab.

Aber jetzt ist die «4. Transformation»? Es war bekannt, dass die Ankunft von AMLO zwei Wege gehen könnte. Einer, die radikale Transformation, mit politischer Isolation seiner Partei mit der absoluten Mehrheit und dem vollständigen Verzicht auf dem Status quo. Was im Jahr 2006 wals „Gefahr für Mexiko“ gefördert wurde. Dieser Weg bedeutete eine späte Wende zur lateinamerikanischen nationalistischen Linken. Diese Möglichkeit würde mehr ad hoc mit einer „vierten Transformation.“

Die andere Möglichkeit war die Versöhnung. Mit moderaten Veränderungen und Charaktere nicht weit entfernt vom Status quo (wie Obrador selbst), würde er versuchen, nicht seine Regierung zu isolieren und dadurch vermeiden sich mächtige Feinde zu machen, die das Impeachment (wie bei Dilma in Brasilien) oder „Verschwörung Putsche“  fördern könnten.

Wie in der Kampagne erwartet, ist AMLO pragmatisch genug, um den zweiten Weg zu gehen. Zumindest bisher gibt es keine Anzeichen für eine tiefe Störung der staatlichen Strukturen. Abweisen eines unabhängigen Antikorruptionsanwalt und Verabredungen für Leute wie Bartlett und jetzt mit seiner Annäherung an Meade, so scheint es, den Übergang von Morena, von einem Anti-Establishment-Partei zu einem Regierungspartei, und daher auch Establishment. Dies ist in der Regel ein natürlicher Prozess (siehe Syriza in Griechenland), aber es trägt viele Risiken wie politische Zugeständnisse mit anderen Parteien und Persönlichkeiten der „Mafia der Macht“. Die Mehrheit des «Pueblos» findet es schwierig, diesen Übergang zu verstehen.

AMLO muss vorsichtig sein, um die „vierte Transformation“ in der Rede zu halten, aber in der Praxis eine Balance zwischen wesentlichen, moderaten und machbaren Änderungen zu finden.

 

AHORA POR FAVOR EN ALEMÁN

Cambio sí, pero “cuarta transformación” no

ALFONSO FIGUEROA SALDAÑA

El presidente electo López Obrador ha repetido en diversas ocasiones su deseo de pasar a la historia como el iniciador de la “cuarta transformación” de la vida política de México.

Pero tal como van las cosas, todo parece indicar que sí habrá cambios, pero quizás no tan sustanciales como para denominarlo como tal.Primero hay que delimitar lo referente a la “cuarta transformación”.

Las transformaciones en México se han caracterizado por una profunda desarticulación de las estructuras del Estado, algo que llevó a modificar la vida pública del país y, con el paso del tiempo, a su sociedad. Todo esto a través de movimientos armados.

La primera, de acuerdo con Obrador, es la independencia de México, tomando como referente al cura Miguel Hidalgo.

La Independencia significó un cambio radical. Agustín de Iturbide emprendió una serie de reformas en 1821 para crear el Primer Imperio Mexicano y desterró del país a los españoles. Iturbide se valió del poder de la Iglesia y postergó asuntos fundamentales de índole social, lo que llevó a su abdicación y destierro en 1823.

La segunda gran transformación se llevó a cabo entre los años 1857 y 1867, durante el periodo más inestable del país y una intervención extranjera, bajo el mando del presidente Benito Juárez.

Más allá de las victorias militares de Juárez, este periodo se caracteriza por la promulgación de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, que le dieron a México un novedoso reglamento de carácter liberal que finalmente restó – al menos en términos legales – poder a la Iglesia.

Luego estuvo la Revolución, la tercera transformación. Obrador toma como ejemplo a Francisco I. Madero, un personaje noble y que además de ser el líder del movimiento “Antirreeleccionista” que derrotó a Porfirio Díaz 1910, es conocido por ser un presidente ingenuo que no logró desarticular las estructuras imperantes de la dictadura, lo que llevó a un golpe en su contra y, posteriormente, a su asesinato.

Más allá de Madero, la Revolución significó la transición hacia un país más pacífico y moderno, en donde se crearon y fortalecieron las instituciones que le dieron a México estabilidad al menos hasta la segunda parte del siglo XXI.

¿Pero ahora es la “cuarta transformación”? Se sabía que la llegada de AMLO podía seguir dos vertientes. Una, la transformación radical, con un aislamiento político de su partido con mayoría absoluta y el completo abandono del status quo. Lo que hacía que en 2006 se le promocionara como un «peligro para México».

Este camino significaba un giro tardío a la izquierda nacionalista latinoamericana. Este camino iría más a ad hoc con una “cuarta transformación”.

La otra vertiente era la reconciliación. Con cambios moderados y personajes no lejanos al status quo (como el propio Obrador), se buscaría no aislar su gobierno y con ello evitar hacer enemigos poderosos que pudieran llevar a un impeachment (como sucedió con Dilma en Brasil) o a «golpes conspiracionistas» en su contra.

Tal como se preveía en campaña, AMLO está siendo lo suficientemente pragmático como para seguir el segundo camino. Al menos hasta el momento, no da indicios de una desarticulación profunda de las estructuras de gobierno.

Rechazando una fiscalía independiente anticorrupción y con nombramientos para personajes como Bartlett y ahora con su acercamiento con Meade, todo parece indicar la transición de Morena, de un partido antiestablishment, a un partido gobernante, y por ende del establishment.

Esto suele ser un proceso natural (véase Syriza en Grecia), pero conlleva muchos riesgos, como las concesiones políticas con otros partidos y personajes de la llamada “mafia del poder”. A la mayoría del «pueblo» le cuesta entender esa transición.

AMLO tendrá que ser cuidadoso al mantener la “cuarta transformación” en el discurso, pero en la práctica encontrar un equilibrio entre el cambio sustancial y lo moderado y factible.

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