No hace mucho, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México difundió un estudio acerca de las 50 ciudades más violentas del mundo. En el listado de las diez urbes más  peligrosas, la mitad corresponden a ciudades aztecas.

El lamentable ranking es el siguiente: 1) Tijuana; 2) Acapulco; 3) Caracas; 4) Ciudad Victoria; 5) Ciudad Juárez; 6) Irapuato; 7) Guayana en Venezuela; 8) Nata en Brasil; 9) Fortalesa en Brasil; y, 10) Ciudad Bolívar en Venezuela.

Prácticamente poner a México como territorio de nadie mucho más inseguro que Siria o Afganistán, no es desde luego grato, y es sin lugar a dudas la peor de las propagandas en el exterior.

En los últimos meses en Europa se ha puesto especial atención al cambio de gobierno con la esperanza de que Andrés Manuel López Obrador, como presidente, conduzca al país a esa ansiada pacificación.

Y conforme pasa el tiempo, que no es tampoco demasiado considerando que tomó posesión el pasado 1 de diciembre, no se sabe todavía qué acciones llevará a cabo el líder de MORENA para que los grupos de narcotraficantes y traficantes de personas depongan las armas; y lamentablemente, los muertos no amainan ni los secuestros ni el tráfico de personas.

Parece una eternidad… los días suman, se agrupan exponencialmente, en la medida que con frecuencia suceden eventos terribles como la matanza en Minatitlán.

A oídos de Europa llegan siempre las noticias buenas y malas del país azteca, aunque desafortunadamente son más malas que buenas, los cotidianos dan cabida a los hechos que hablan de masacres por aquí y por allá; de desapariciones de niñas, niños, jóvenes y mujeres; así como   de camiones con decenas de  inmigrantes esfumados así sin más; y cientos de fosas clandestinas con miles de cadáveres en sus entrañas.

Europa mira impávida los peores días de México afligida porque la vorágine no mengua, viendo además cómo sexenio tras sexenio el fenómeno del mal crece y crece; se menciona como parteaguas al gobierno de Felipe Calderón porque declaró la guerra al narco sin tener un plan estructurado.

El problema viene de mucho más atrás, el narcotráfico ya tenía sus apariciones incipientes en la década de 1970 y se sirvió de la internacionalización y sobre todo de la apertura de fronteras con México y Canadá a partir de enero de 1994 con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Ya se competía con los cárteles de Colombia y la dominación del mercado estadounidense y se miraba a Europa como el nuevo metamercado; en 1999 mientras España solicitaba visado a los colombianos para ingresar al país y se revisaba con lupa todos los aviones procedentes de Cali, los cárteles mexicanos comenzaban su trapicheo en suelo ibérico a través de los aviones comerciales en contubernio con pilotos y aeromozas.

En diversas cárceles españolas están precisamente varios de esos compinches de las líneas aéreas que fueron detenidos por las autoridades ibéricas tras detectar dichos embarques inflados de droga.

El fenómeno por tanto no es reciente, ya hay incluso toda una industria del crimen, y ese es el mayor reto del actual gobierno de López Obrador: impedir que incremente su presencia, minar que reduzca su poderío e influencia como instrumento desestabilizador y atemorizante.

A COLACIÓN

Hay un hálito contenido en Europa porque América Latina es una región económicamente muy importante para sus inversiones y sus empresarios; en los largos ocho años de crisis, en las economías europeas solo sus posiciones latinoamericanas atemperaron la debacle.

Miles de empresas multinacionales y otros corporativos compensaron sus pérdidas contables gracias a las ganancias obtenidas en sus negocios en casi toda la región.

América Latina es imprescindible y dentro de esa geografía económica lo es Brasil y México; con Colombia han tenidos sus altibajos, con Venezuela miran consternados la dictadura de Maduro; para México desean que pronto muy pronto se dejen atrás los años negros y que solo les lleguen buenas noticias de éxitos, de una economía robusta y de gente que puede vivir con paz y bajo un clima de  tranquilidad.

**Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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