Cero y van dos: ha caído como un balde agua fría la noticia de la rebaja de calificación a México por parte de Fitch Ratings que ha virado la nota para el país azteca de estable a “negativa”.

La decisión de ajustar la calificación soberana de BBB+ a BBB es más que nada por las decisiones de política económica del nuevo gobierno y las perspectivas a mediano plazo bajo un escenario de “incertidumbre política interna y constantes restricciones fiscales” a lo que se añade la amenaza arancelaria de Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

Fitch Ratings considera que el actual escenario de debilidad en las finanzas públicas así como el deterioro del perfil crediticio de Pemex, son suficientes para alertar a los inversionistas.

El miércoles pasado, también Moody’s degradó la nota de México de estable a negativa aventurando un año económicamente difícil para el país, la prueba de fuego para el nuevo presidente.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no está tomando las decisiones correctas en materia de política económica ni en el manejo de las finanzas públicas.

Desde que asumió la presidencia, el 1 de diciembre pasado, su equipo formado por sus amigos y sus conocidos se han dedicado a escudriñar en el último cajón del escritorio en las dependencias oficiales buscando información que pueda ser usada como instrumento de venganza o provocación contra la anterior administración.

Se han perdido seis meses valiosísimos, López Obrador encerrado en México no puede ignorar que en la globalización los contactos internacionales son importantísimos… hace tiempo debió buscar una reunión con sus homólogos el canadiense Justin Trudeau y su vecino Trump.

Ahora es una reunión que, de darse, pone a México contra las cuerdas como si llegase rogando al mandatario norteamericano el favor de que no lo castigue por la vía de los aranceles.

El mandatario mexicano debe buscar contrapesos hacia afuera y para ello requiere dejarse verse en el exterior, asistir a los eventos internacionales y buscar reuniones bilaterales.

Al tiempo que debe fortalecer la política económica interna, no perder más el tiempo en una cacería de brujas inservible, y apostar por crear programas que fortalezcan la productividad y la competitividad del país; sin menoscabo de atender las enormes carencias sociales de millones de mexicanos.

A COLACIÓN

En Europa, la prensa se ha hecho eco tanto del amago arancelario a México como del miedo a que la economía azteca desacelere y su PIB termine cayendo.

En España, el temor es que termine pasando factura a sus multinacionales que tienen fuerte presencia en América Latina, pero fundamentalmente en México y en Brasil; por cierto, que al ultraderechista Jair Bolsonaro tampoco le van bien las cosas.

¿Cumplirá Trump su amenaza de elevar los gravámenes ad valorem? Pues si nos atenemos a lo que dijo en Reino Unido me parece que lo tiene bien claro… y es más lo hará.

Cuestionado por los reporteros ingleses acerca de su decisión de imponer aranceles a las importaciones aztecas, airado Trump se escudó en que “las encuestas y las estadísticas” le dan la razón porque “no hay nada más importante que las fronteras”.

Quiero seguridad en la frontera, México ya llamó ha pedido una reunión… Pompeo lo verá, habrá reuniones; pero este es un problema que viene de mucho tiempo atrás y que ellos pueden parar muy rápidamente y bueno esto irá en escalada primero será un 5%, luego un 10%, un 15%, un 20%… hasta que en total quede un 25 por ciento”, respondió orgulloso.

No quiero, añadió en la misma línea, “escuchar que México está controlado por los cárteles, por los coyotes… esto tiene que terminar de alguna forma”; mientras May le miraba por el rabillo del ojo. Así están las cosas…

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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