Tehuacán. Aunque a los ojos de la ciencia es inexplicable que de una simple observación sobre la temperatura, el viento o las nubes, pueda surgir un puntual y certero pronóstico anual del estado del tiempo, existe un sector de la población mexicana que todavía maneja y confía a plenitud en este método conocido como ‘cabañuelas’.
Según estudiosos, si bien hay conocimientos que se han ido perdiendo a través del tiempo, en el inconsciente colectivo perdura la sabiduría popular basada en la observación ancestral y cotidiana de los fenómenos naturales, del comportamiento de los animales, del desarrollo de la vegetación e incluso de las dolencias repentinas de nuestro cuerpo.
Las cabañuelas –refieren- son el cálculo que hace la gente, principalmente de las comunidades rurales, para predecir el clima de todo el año, esto, con base en las variantes que se presentan en los primeros días de enero, según la región de que se trate y de sus costumbres.
Dicho mecanismo tienen un gran valor y una explicación para el mundo científico, pero particularmente para los campesinos, dado que forma parte de la herencia común que les legaron los antiguos pobladores, basta con decir lo que en la antigüedad representó este sistema y lo difícil que ha sido acoplarlo al calendario cristiano.
‘Hoy, tal vez, ya no es tan importante para quienes viven en el campo anticipar cómo vendrá la época de lluvias o si se tendrán sequías o ventarrones, sin embargo, en el periodo pre-revolucionario y pos-revolucionario, por ejemplo, hubo hombres en las haciendas, cuyo trabajo especifico era deducir el clima de acuerdo a las cabañuelas, para sobre eso planear el trabajo dentro de la misma’, se asentó.
Para la mayoría de las personas que viven en las ciudades grandes la palabra cabañuela le podría sonar rara; para los de provincia sobre todo de ciudades pequeñas, es probable que les parezca conocida, pero para quienes habitan en áreas rurales es, sin duda, parte de su habla cotidiana, máxime durante el primer mes del año.
Lamentaron que dicho conocimiento se esté extinguiendo, lo cual se atribuyó a que la población campesina ya no depende como antes de las siembras y, por ende, le es indiferente el cambio climático. Por parte, existe un gran desinterés entre las nuevas generaciones por aprender este método que aunque parece complicado, es cuestión de ser pacientes y observar con detalle, realizar las anotaciones pertinentes, analizar y comparar todos los datos obtenidos para luego sacar las conclusiones.
La pérdida en sí de tales conocimientos, es preocupante, no obstante, lo es más el hecho de que ahora las personas ya no tengan la capacidad para protegerse por si solos de los efectos de la naturaleza, de ahí el aumento de los siniestros derivados de la falta de previsión y de las actitudes humanas inadecuadas que se aprecian, por ejemplo, al asentarse en zonas de alto riesgo (barrancas, laderas de ríos, zonas minadas o de recarga acuífera).
Las cabañuelas quedan estructuradas en dos ejes metodológicos: la aportación teórico-interpretativa como forma de predicción meteorológica a largo plazo, donde la creencia cobra un papel fundamental, y la aportación propiamente etnográfica, referida a predicciones a corto y medio plazo, en donde intuición y observación se conjugan, se concluyó.