Mucho se ha dicho y escrito del resultado electoral generado en los estados de Hidalgo y Coahuila, donde el PRI barrió a Morena y les propinó a sus candidatos un golpe fulminante que los borró del mapa.

Que si el PRI está de vuelta.

Que si el dinosaurio no se extinguió y sigue vivo.

Que si viene por su segundo aire y por la revancha.

Que si ambas elecciones son el reflejo del pensar de la gente.

Que ganó el PRI porque sus gobernantes son priistas.

Que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) así lo quiso.

Que si hubiera querido gana su partido.

Que lo mismo va a pasar en el 2021.

Que la gente está hasta la madre de Morena, de la 4T y de las ocurrencias presidenciales y otorgó voto de castigo.

Que esas elecciones son resultado de la división y encono que existe entre la población, provocado en las mañaneras.

Que fue por la pandemia.

Que a pesar de ello la aprobación del presidente no ha caído.

Que la madre de las batallas es el próximo 06 de junio del 2021.

Que es un aviso del presidente a Morena para que resuelva sus diferencias.

Que AMLO está perdido y ya no sabe cómo enderezar el barco que se le pandea.

Que es porque Morena no sabe gobernar.

En fin, lo cierto es que ni los priistas, ni los panistas, ni mucho menos los morenos están en la posición de presumir o preocuparse del todo.

Lo cierto es que tanto Miguel Ángel Riquelme Solís y Omar Fayad Meneses, gobernadores de Coahuila e Hidalgo, respectivamente, le dieron con todo a Morena y el golpe retumbó hasta palacio nacional.

Sin embargo, la madre de todas las batallas apenas se acerca.

Porque evidentemente al presidente AMLO lo único que le interesa es el Congreso de la Unión, la mayoría en las cámaras de diputados y de senadores, para seguir teniendo el control total del país.

Lo demás incluso podría no importarle tanto.

Aunque Coahuila e Hidalgo sí son dos muy molestos resultados para el lopezobradorismo.

Dos resultados que también tienen que ver con los conflictos intestinos de Morena, esos que podrían acabar con el partido como al PRD le pasó con las interminables disputas entre sus tribus.

Precisamente por eso AMLO impulsó nuevas agrupaciones políticas y obligó a que fuesen reconocidas como partidos.

El presidente sabe que Morena es un partido en decadencia y debe tener una nueva opción por si hay que salir corriendo.

Empero, su relación con los estados y cada uno de sus gobernadores también es importante, a pesar que esta no sea la mejor con todos porque ellos también juegan y tienen derecho hasta de veto.

El triunfo en cada estado, durante los comicios que vienen, dependerá de la movilización, estructura, estrategia y recursos permitida por cada gobernador del país, quienes son los verdaderos árbitros de la elección, junto con el INE.

Y aunque el triunfo del PRI en Coahuila e Hidalgo fue rotundo es muy difícil poderlo pronosticar, para replicarse o no, en otros estados.

Sobre todo, porque AMLO estará metido en la próxima elección para tratar de asegurar mayoría en las cámaras alta y baja del Congreso de la Unión. Porque, insisto, está vez la joya de la corona es el control del poder legislativo.

Hoy por hoy, el mandatario nacional podría apostar a acciones como estrategia para intentar repetir el fenómeno que lo llevó a la presidencia.

De entrada, va a seguir intentando aparecer, de alguna forma, en la boleta electoral del 2021.

Ya se le cebó la mentada revocación del mandato, por una parte, la cual pretendía hacer el mismo día de las elecciones entrantes; ahora, lo que desea es la consulta para enjuiciar a los presidentes del país.

Su objetivo no es otro que aparecer en la boleta para generar el mismo efecto, y arrastrar a sus candidatos, cosa que parece muy difícil pero no imposible porque ya vimos que es capaz de todo.

Y nadie dude que la pandemia y el Covid pudieran volver en 2021, en beneficio de Morena y el presidente, si es que siguen juntos, para generar abstencionismo y gane su maquinaria político-electoral.

Coahuila e Hidalgo son los mejores ejemplos de que Morena y sus candidatos no son nada sin AMLO.

Un dato interesante más es que en 2018 AMLO ganó ambos estados con amplio margen de ventaja, en Coahuila con el 44 por ciento de los votos, mientras que en Hidalgo con el 61 por ciento.

¿Ahora se entiende por qué el golpe y porrazo a Morena, y por qué la realidad los alcanzó?

Al presidente le urge participar en la campaña como aparente candidato porque ya no quiere volver a perder.

Y vamos a ver que sucede en Puebla, donde la división de Morena no sede.

Por cierto, ¿ya lo habrán entendido los panistas?

poncharelazo@yahoo.com.mx

En twitter: @poncharelazo

Facebook: Alfonso González

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