Por: Lic. María de Guadalupe Ioppolo González

“¿Por qué te gusta leer?” Es una pregunta con la que por lo menos una vez, todos aquellos a los que nos cautiva la literatura nos hemos topado. ¿Qué es lo que encontramos apasionante en las historias en las que por horas podemos sumergir la nariz? ¿Cómo nace esta afición?

El camino para encontrar las respuestas me llevó a comprender cómo puede ser un gusto adquirido. Recuerdo que cuando era una niña fui criada por mis padres y el autor en turno, ya que todas las tardes las dedicaban a la lectura. Con este ejemplo, poco a poco me acerqué a la puerta de muchas puertas y descubrí los diversos matices que la tinta negra de las palabras, nos puede relatar. Sin embargo, no me bastó con este descubrimiento, pues, aunque es una actividad individual, me surgió la inquietud por compartir los sentimientos que me producía y, por ello, decidí plantar esa semilla en más personas.

¿Qué estrategia escogí? Convertirme en maestra de literatura en nivel medio superior, pero claro, fue aquí donde me encontré con el verdadero reto: motivar a las jóvenes mentes para que encontraran la lectura como un placer, tomando en cuenta el contexto actual en el que las redes sociales suponen una prioridad y los mensajes se emiten a través de videos, imágenes y frases cortas.

Ante dicho panorama, dos recuerdos volvieron a mi mente; el primero fue el castigo. Como mi generación se encontraba en la niñez cuando la televisión era con lo que la mayoría se entretenía, un castigo común era suprimir dicho privilegio y en su lugar, pasar horas leyendo. El segundo escenario, fue mi profesora de literatura de la prepa pidiéndonos que leyéramos Cien años de soledad, que como sabemos, no es un texto que invite a un adolescente a sumergirse en el mundo de la imaginación, no porque no sea una obra maestra, sino por su extensión.

Con estas experiencias, ¿cómo no rechazar la literatura? La invitación que me gusta hacer a mis estudiantes llega a través de textos cortos con un lenguaje comprensible que esconden en su retórica mensajes que impactan en su realidad para desarrollar la empatía y con ello, su gusto por la literatura.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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