Adicción y hábito

El Senado en México aprobó la regulación y despenalización del uso lúdico de la marihuana en todo el país y la creación del Instituto Mexicano para la Regulación y Control del Cannabis, este dictamen fue enviado a la Cámara de Diputados donde seguirá su proceso legislativo.

Evidentemente un tema que subyace es la problemática de las adicciones, si hay  mercado hay consumidores finales.

La forma de enfrentar los casos de adicción no depende del uso de las drogas, sino de las advertencias estructurales que permitan orientar la atención a sujetos que desarrollen adicción para construir con ellos una posición que les posibilite la rehabilitación.

El hábito y la adicción mantienen una relación estrecha aunque no son lo mismo; mientras que el hábito es un nexo piscoemocional que sustituye el vínculo con los demás, es decir, le permite sensaciones placenteras y relajantes que experimenta generándole un patrón conductual al que puede acudir cada vez que las circunstancias externas que le provocan sufrimiento aparecen, ya sea para evadir emociones aflictivas o mantener dinámicas sociales de furor y alegría que le permiten vincularse de forma intensa que sin los efectos alterados de su consciencia no podría.

La adicción es la relación sustancia-cuerpo donde el cerebro deja de producir neurotransmisores a causa de la ingesta y el órgano debe mantener la homeostasis química, por lo tanto cuando se suspende el consumo aparece el síndrome de abstinencia esperado según la droga en uso.

Por lo anterior es que se sugiere en el tratamiento de desintoxicación expertos en psicología y medicina simultáneamente; unos trataran el hábito y los otros la adicción.

El estudio de las adicciones desde el marco teórico aborda cómo es para el sujeto adicto la sustancia, que se convierte en el objeto de una necesidad que no acepta ser postergada ni sustituida.

El adicto necesita vehementemente la sustancia de la que es víctima, su dependencia ejemplifica el deseo de vínculo, la droga le ofrece uno sin preguntas, es una alternativa de goce que le permite la separación de los otros.

Es un espacio donde no se acata la ley social cambiando todo por el consumo a través de una relación intensa con la destrucción.

También hay que convocar a  la oferta social como factor discursivo y de peligro, le han faltado propuestas para el mejor futuro de sus individuos.

Los sujetos sociales se enfrentan a una economía carente, falta de empleo, ausencia de verdaderas ideologías de progreso y a la descomposición del tejido comunitario por la desigualdad vinculadas a la corrupción y la delincuencia organizada; los individuos se ven atraídos al consumo de sustancias químicas cuyos efectos los apartan de la realidad para soportar el “dolor de la vida”.

Y aunque se piensa de manera general que es un problema de adolescentes, no siempre es así, en muchos individuos existe una cierta adicción a algo, adicción que se suele justificar.

La despenalización de la marihuana debe ir acompañada de educación, despenalizarla en una sociedad holandesa donde el promedio de educación es de 25 años es distinto a una sociedad mexicana donde el promedio es de 12 años por el alto índice de rezago educativo y analfabetismo que existe.

Las adicciones van desde el consumo de drogas de alto valor comercial hasta inhalantes de muy bajo costo, pero también a las propias sustancias corporales como la endorfina y adrenalina producidas por el hábito al juego, a la violencia, al sexo, al ejercicio, a los videojuegos,  la comida, etc.

El tema principal es la falta de deseo como motor para vivir la realidad, una construcción de la que todos somos responsables y donde el Estado es el orquestador del bien común; no somos un país feliz como dicen algunos estudios de dudosa veracidad científica, somos una sociedad donde muchos son presa de factores de riesgo latentes y en aumento.

Seamos objetivos.

 

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