En México se ha documentado la actividad de asesinos seriales en distintas décadas, de quien se tienen datos oficiales más antiguos dentro de una investigación policial comprobada es de Francisco Guerrero, “El chalequero”; entre los años 1880 y 1888 asesinó a 20 mujeres que ejercían la prostitución, en su proceso fue sentenciado a muerte pero el entonces Presidente de la República, Porfirio Díaz revocó su sentencia ordenando una pena de 20 años, quedó en libertad por un error judicial y volvió a asesinar a otra mujer, hasta entonces se ejecutó la sentencia de muerte. Gregorio Cárdenas “El estrangulador de Tacuba”, en 1942 dentro de un periodo de dos meses asesinó a cuatro mujeres, tres de ellas ejercían la prostitución; fue recluido en la cárcel de Lecumberri donde asistió a clases de medicina y derecho; el Presidente en turno, Luis Echeverría, lo indultó y recibió un homenaje en la Cámara de Diputados por ser ejemplo de readaptación social.

En 1962 a Macario Alcalá “El Jack mexicano” se le judicializaron dos asesinatos contra mujeres que ejercían la prostitución; sin embargo, se sospechó que fueron doce víctimas, antes de su detención fue militar, boxeador y policía. Felicitas Sánchez “La ogresa de la Roma” fue detenida por reportes vecinales sobre olores fétidos en su departamento, la investigación documentó la posibilidad de cincuenta víctimas, todos menores de un año y fetos, los infantes nacidos fueron torturados, hubo hallazgo de fotografías que integraron las acusaciones; ella fue liberada tan solo tres meses después de su arresto pues sus crímenes involucraban a mujeres y hombres que la “contrataban” para practicar abortos clandestinos o quedarse con los menores, algunos de sus “clientes” pertenecían a familias con nexos políticos.

En 2005 Raúl Marroquín “El sádico” asesinó a cuatro homosexuales, los contactaba en bares LGTB con la propuesta de tener sexo, llegando a su departamento los drogaba y asesinaba para posteriormente dejar los cuerpos en maletas en las inmediaciones de la estación del Metro Chabacano, fue estudiante de medicina en el ejército mexicano, actualmente está sentenciado a 288 años de prisión.

Otros asesinos seriales de mujeres, ya mencionados han sido Juana Barraza Samperio “La mata viejitas” y José Luis Calva “El caníbal de la Guerrero”.

Los supuestos de “actividad cerebral anormal” como causa de la conducta homicida son débiles científicamente aun; hoy los asesinos de mujeres son clasificados como feminicidas, una hipótesis jurídica que explica mejor la causa de los asesinatos desde la perspectiva de género. Los asesinatos de mujeres, niños, niñas y homosexuales muestran violencia estructural no daño patológico.

Los indultos de los expresidentes citados ante hechos tan graves nos dicen que cualquier persona puede estar permeada por ideas misóginas más allá de su grado académico o investidura gubernamental, por lo que es importante que autoridades como jueces y ministerios públicos evolucionen en sus conocimientos hacia un análisis pro persona que produzca, desde su cargo, una narrativa jurídica de paz.

Al historizar los casos de asesinatos con elementos de género podemos observar que es una tendencia social derivada del modelo dominante, querer explicarlos solo desde la biología y las neurociencias argumentando daños físicos en el cerebro o alteraciones hormonales deja fuera la importancia de la oferta cultural violenta, entonces seguiremos sin fundamentar científicamente la prevención.

Estas ciencias enfocadas en la búsqueda de causas y efectos suman positivamente, aunque no tienen hasta hoy una conclusión determinante que pueda erradicar actos lesivos al tejido comunitario.

Incluir el análisis científico social es necesario para aportar claridad en el cómo se construyen estas dinámicas transgresoras y generar elementos para construir una interacción más pacífica, las ideas se heredan por generaciones.

La ideología de igualdad y género va modificando la realidad social; se avanza lento pero no hay vuelta atrás, démosle lugar a la responsabilidad que tenemos en la educación de la sociedad, los prejuicios que nos fueron implantados y hemos heredado han de ser cuestionados.

Abigail Baez

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