Cumplir con los títulos de mujer, madre, hija y médico puede resultar agotador, pero cuando se ven resultados positivos de la labor profesional, sobre todo en este tiempo de pandemia por coronavirus y cuando se llega a casa a inyectarse amor de tus seres queridos, es reconfortante y todo el esfuerzo, todos los temores afrontados, valen la pena. 

Así lo expone Lucero Chávez Reséndiz, médico general actualmente laborando en el piso de medicina interna en el Centro de Enfermedades Respiratorias del Hospital Regional del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de Puebla, en entrevista con este medio en el marco del Día Internacional de la Mujer.  

Jornadas pesadas, bonitas y tristes a la vez, son las que describe la doctora. Como parte de un equipo de varios médicos, incluyendo internistas, tiene a su cargo a pacientes delicados con Covid y otras patologías, es gente de diferentes edades, aunque prevalecen los pacientes de la tercera edad, describe. 

“Es difícil ver el sufrimiento del paciente cuando se está complicando por Covid y que por más que nosotros les ayudemos y pongamos todo nuestro empeño, no está para soportar esta enfermedad tan fuerte. Pero, así como tenemos muchos ratos amargos, también tenemos muchos buenos ratos en los que damos de alta a pacientes que estuvieron delicados”. 

Como muchas mujeres, Lucero cumple con muchos roles y no pretende afirmar que su camino ha sido más difícil que el de otras con diversos conflictos a lo largo de su vida. Y aunque en los últimos años ha aumentado la paridad de género, no deja de ser mucho más pesado para una mujer explorar todas las facetas que quiera y guste

“Ha sido difícil. Soy mamá, soy hija, soy médico y la Medicina es una carrera muy bonita, pero muy exigente. Ser mamá también exige, mi hija es igual de exigente y no puedo estar al cien por ciento con ella… ese equilibrio es el que en realidad cuesta más trabajo en una mujer. Los títulos que tengas te exigen estar al cien por ciento en todo e intentas hacerlo lo mejor que se puede”. 

El sentimiento de temor y la condición de estrés sin duda han estado presentes en la doctora Chávez Reséndiz al realizar su labor y es que no sólo es el estrés propio, muchas veces es lidiar con el sentir de hasta 18 pacientes por jornada diaria, pero así como viene el temor, como mujer afronta el miedo para cumplir con todo y después ir a casa. 

“Es afrontar el miedo con precaución, nos hemos ido acostumbrando a tener la mascarilla, el filtro, la careta, todo el equipo. No podemos decirle al paciente que no nos toque, porque a veces quiere una mano amiga, alguien que lo escuche y necesitas estar ahí un momento, aunque sabes que tienes pacientes atrás que necesitan también de ti. Ese tiempo es agotador, es cansado, de más estrés, pero es reconfortante cuando ves el resultado de ese esfuerzo, cuando te dicen: gracias, ya me voy de alta”. 

Su equilibrio ha sido su familia, su ancla estar un tiempo a solas, pero también compartir su sentir con personas de sus círculos cercanos. “Mi familia es lo que me ha apoyado a mí, llegar a casa a y ver a mi hija, es algo que reconforta demasiado y da una fuerza impresionante. Es algo que te impulsa a seguir”, valora Lucero. 

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