Colombia es pulmón de la humanidad,

 por eso, y por muchas otras cosas,

el pueblo colombiano no está solo.

Abel Pérez Rojas

Tengo un cariño especial por Colombia.

No sé por qué, pero poco a poco los lazos con este bello país me son más entrañables.

Primero fue Álvaro Pérez Rojas –para mí siempre ha sido Alvarito–, quien me contactó hace cerca de quince años porque empezaba a conformar una comunidad con todas las personas que nos apellidamos Pérez Rojas.

En aquel entonces no había redes sociales, todo era a través de correos electrónicos. Era muy complicado, pero Alvarito no se daba por vencido tratando de reunir a todos los Pérez Rojas del planeta.

Después de dos o tres años le perdí el rastro. Nunca más volví a saber qué pasó con la labor de Alvarito.

Luego, debido a su excelente y constante labor de divulgación, desde hace más de cinco años, casi todos los días reproducimos en Sabersinfin.com los boletines informativos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL); esto nos ha mantenido muy cercanos al talento e inquietudes de los jóvenes universitarios colombianos.

Quizá sean cosas inexplicables del accionar de la realidad, pero por extrañas coincidencias, en una ocasión cobijamos en nuestros estudios de Puebla, México, a la Tuna de la Universidad Tecnológica de Pereira, gracias a los auspicios de la Universidad Mesoamericana (UMA), y al esfuerzo de mi querido amigo y hermano Dr. Salvador Calva Morales y del incansable Tuno Javo.

Más tarde, en el punto más crudo de la pandemia del covid-19 y en los albores del puente literario internacional llamado #Poesíaalasocho, un pereirano del mundo, Leonardo Fabio Marín, nos inoculó de su visión e hicimos de Latinoamérica nuestra casa.

Leo me buscaba meses atrás, fue un honor encontrarnos.

Algo me une a Colombia.

Mucho nos une a Colombia.

Quizá porque el 40% de su territorio es selva amazónica, uno de las grandes reservas de la humanidad.

Lo que está de por medio en Colombia es gran parte de lo que mantiene vivo a este planeta.

Lo que le pase al pueblo colombiano nos pasa a todos.

Por todo lo anterior, más lo que se acumule: me duele en el corazón lo que está pasando en Colombia.

Casi minuto a minuto me llegan mensajes de los lamentables sucesos en Colombia.

Vía WhatsApp, Facebook y Twitter mis hermanos colombianos piden que se sepa lo que están padeciendo.

Casi todos los mensajes coinciden: ¡NOS ESTÁN MATANDO!

Me llegan videos en los que se ve a la policía disparando a los manifestantes civiles.

Me pregunto: ¿qué sigue?

Me respondo: ¿será que la posibilidad del estado de conmoción interior dé los elementos para una mayor escalada de la violencia?

Procuro mantener mi aferramiento a la Doctrina Estrada y a mi formación como periodista y educador.

Me aferro a la libre autodeterminación de los pueblos, pero, después de hacer una valoración profunda, sincera y honesta –veo que al momento de escribir este artículo van 37 personas muertas, 1728 casos de violencia policiaca y 934 detenciones arbitrarias en las manifestaciones de la sociedad civil–,  alcanzo a emitir lo siguiente:

  1. IVÁN DUQUE, PRESIDENTE DE COLOMBIA, LO QUE HAGA O DEJE DE HACER NO PASARÁ DESAPERCIBIDO PARA LA COMUNIDAD INTERNACIONAL, DESDE AQUÍ, DESDE DONDE NOS ENCONTREMOS ESTAMOS TOMANDO NOTA, Y CRÉAME, EL PUEBLO COLOMBIANO NO ESTÁ SOLO. HAY INSTANCIAS INTERNACIONALES –COMO LOS TRIBUNALES DE LA HAYA– QUE VAN MÁS ALLÁ DE LAS COMPONENDAS LOCALES.

LES MANDO UN MENSAJE A MIS HERMANOS COLOMBIANOS: ¡NO ESTÁN SOLOS!

Al tiempo.

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com

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