Luego de un año de pandemia y con el semáforo predominantemente en amarillo y verde, la incidencia delictiva vuelve a normalizarse, es decir retoma su nivel previo a la pandemia y evidencia que la estrategia de seguridad de seguridad solo funcionó bien mientras las potenciales víctimas permanecieron confinadas en sus casas obligadas por el coronavirus.

Una primera evidencia de que el “bono pandémico” comienza a diluirse es que en marzo de 2021 los delitos totales a nivel nacional se incrementaron 6.8% respecto del mismo mes de 2020. Dicho en números, los delitos pasaron de 171 mil 387 en marzo de 2020 a 183 mil 111 en  marzo de 2021.

Un segundo elemento indica que en marzo de 2021 la incidencia delictiva aumentó 21.4% respecto de febrero del mismo año, al pasar de 150 mil 761 delitos en febrero de 2021 a 183 mil 111 ilícitos durante el pasado mes de marzo.

Sin embargo, la prueba más contundente de que los delitos volvieron a la ”normalidad” se obtiene al comparar los 174 mil 480 delitos registrados en abril de 2021 con los 119 mil 807 ilícitos contabilizados en abril de 2020, es decir 45.6% más delitos en 2021 respecto de 2020.

Para mayor referencia, habrá que recordar que entre marzo y abril de 2020, se reportaron 43% menos delitos, por lo que el incremento del 45.6% registrado en abril del 2021 respecto de abril de 2020 no solo borra el “avance” obtenido el año pasado gracias al coronavirus, sino que agrega un 2.5% de delitos a la cifra final de 2021.

Entre los delitos que tuvieron un fuerte incremento destacan el robo en sus diversas modalidades, que aumentó el 19%, al pasar de 41 mil 278 en abril de 2020 a 49 mil 106 en abril de 2021, nada que no se haya podido predecir.

Llaman la atención el robo de vehículo que aumentó 0.9%, al pasar de 8 mil 548 en abril de 2020 a 8 mil 623 en abril de 2021, que si bien no es significativo sí reafirma lo errático de su comportamiento y permite adelantar que podría empeorar una vez que las clases presenciales se reanuden ya que calles y escuelas volverán a saturarse de automóviles, aumentando el riesgo de que sean robados con o sin violencia. El antecedente más cercano es el mostrado en marzo de 2021 cuando este delito se incrementó 11% respecto del mes anterior, algo sólo visto desde los últimos meses de 2018 y previamente en 2011.

No obstante, su relevancia radica en que mientras más vehículos robados circulen en todo tipo de vialidades, más delitos se cometerán en virtud de que tienen una doble función, la primera como parte de la logística delictiva por ser un medio de transporte que no deja huella de quienes cometen el delito y la segunda como “mercancía ilícita” que puede ser comercializada completa o en autopartes.

Volviendo al análisis de la incidencia delictiva y su prospectiva, si la tendencia observada en los últimos dos meses se mantiene, mayo será peor que en 2020 y al cierre de 2021 las cifras de delitos totales serán más parecidas a las de 2019 y el discurso de haber mejorado en materia de seguridad se habrá desvanecido, ya que nos estaremos acercando nuevamente a los 2 millones de delitos totales anuales.

Lo anterior confirma que cuando las personas comenzaron a salir nuevamente a las calles, carreteras, centros comerciales y demás espacios públicos, una alta proporción de ellas volvieron a ser víctimas de la delincuencia, en particular de delitos del fuero común que son los que más afectan a la ciudadanía y representan el 95% de los ilícitos cometidos en todo el país.

En síntesis, las cifras de incidencia delictiva de abril de 2021 contrarrestan el avance logrado durante el primer mes de la pandemia (abril de 2020), por lo que las autoridades buscarán a quien echarle la culpa de este incremento.

Ante este escenario, a los mexicanos no nos queda otra que tomar medidas de carácter preventivo que disminuyan el riesgo de ser víctimas del delito, entre ellas no ser ostentoso en el tipo de automóvil que conducimos, es decir que vayan acorde a la zona donde residimos y el nivel de ingresos que tenemos, así como dotarlos de alarmas de última generación y no dejarlos en sitios y horarios con escasa iluminación y presencia de la autoridad.

A la autoridad le toca coordinarse para atender oportuna y eficientemente cualquier llamado de la ciudadanía ante el robo de un vehículo, autopartes o cualquier otro delito patrimonial, pero sobre todo garantizar el cumplimiento de los ordenamientos legales y de vialidad vigentes sin excepción, de lo contrario de nada servirán las miles de cámaras instaladas en las principales ciudades del país y controladas desde los denominados C2, C3, C4, C5 y C5i, mismas que hasta ahora son utilizadas únicamente para observar como suceden la mayor parte de los eventos delictivos y lamentarse no haber podido evitarlos.

En particular hace falta incrementar el estado de fuerza que labora en los centros de atención de emergencias y de denuncia, pero con especialistas en manejo de crisis y no solo telefonistas, ya que la ciudadanía requiere que lo atienda una persona que le resuelva sus problemas, no un contestadora que la remita de una opción a otra. También hace falta afinar protocolos para el despacho de las llamadas, así como construir indicadores y establecer metas en conjunto con la sociedad civil organizada, esa que está cada día más distante por que no la dejan participar por razones políticas.

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