Arianna Cos

La Mariposa Naranja

“¿Que si vengo a ver lo de la venta de las niñas, lo de la prostitución? No, no vengo a ver eso”. Éstas fueron las palabras de nuestro Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, durante una gira por el estado de Guerrero.

Bajo el argumento de que esta práctica no es la norma, sino que puede ser la excepción dado que en las comunidades indígenas hay muchos valores culturales, morales y espirituales, AMLO minimizó y hasta pareciera que justificó la tradición vigente en estos pueblos.

Preguntó asimismo que si acaso entonces la prostitución sólo se da con los pobres y señaló que no es motivo para cuestionar a nadie.

¿En verdad no es motivo para cuestionar a nadie? Yo diría que sí.

Que existan también valores como dijo nuestro presidente no significa que entonces se tenga que dejar pasar que a las mujeres se las siga viendo como mercancía, como simple objeto de intercambio y diversión para los hombres.

Y eso que dice que no es la norma, que me disculpe, pero claro que lo es. No por nada los medios de comunicación a nivel nacional han evidenciado varios casos en distintos estados del país donde mujeres tratan de escapar de sus matrimonios forzados o de sus empleadores.

En la entrega de hace algunas semanas de la columna justamente les contaba acerca de esto; incluso en uno de los casos, recordemos que una mujer fue ultimada por su marido al encontrarla cuando trataba de escapar.

Y qué decir del caso donde cinco mujeres fueron liberadas después de haber sido encarceladas por tratar de huir de quienes las estaban violando y prostituyendo.

Así que está muy equivocado el señor presidente en sus declaraciones.

Si bien es cierto que en las ciudades se da también la venta de niñas y mujeres como parte del negocio de las redes de trata de personas que se ha convertido en un brazo del crimen organizado, esto no vuelve para nada justificable la venta de mujeres en las comunidades indígenas, como dio a entender AMLO de manera indolente.

Ni siquiera trató de mostrar tantita empatía; su tono de voz, la expresión de su rostro, sus ademanes, todo demostró que le importa un cacahuate el tema.

Digo, ya hace unos meses desató polémica por declaraciones parecidas durante una de sus mañaneras, pero ni siquiera porque fue duramente criticado por ello, intentó ser más empático con las mujeres.

Diversos asesores tiene, por supuesto incluidos los de comunicación social que no dudo lo hayan aconsejado para que reorientara sus declaraciones, pero ya sabemos que a fin de cuentas es decisión de los actores políticos si toman o no lo que se les aconseja.

Sin duda, el actuar del presidente con respecto a la violencia contra las mujeres ha sido cuestionable desde el inicio de su trienio por las decisiones que ha tomado de recortar recursos a programas importantes o simplemente desaparecerlos, así como de eliminar de tajo los apoyos económicos a asociaciones civiles, bajo el argumento de barrer con la corrupción que había en el manejo del dinero asignado para su operación.

Cabe recordar que uno de estos apoyos retirados fue el que se otorgaba a las casas que servían de refugio para mujeres violentadas, quienes muchas veces huyen de sus hogares con sus hijos y no tienen dónde resguardarse. Esta decisión fue sumamente criticada, porque aunque es cierto que existía corrupción en ciertas asociaciones, esto no significaba que en todas sucediera lo mismo.

Con aquella acción lo único que logró fue un retroceso en la lucha contra la violencia hacia las mujeres al dejar en el desamparo a quienes únicamente contaban con esos refugios para escapar de una vida de maltrato.

En fin, AMLO sigue demostrando que la violencia de género no es algo realmente importante para él y seguramente lo continuará haciendo el resto de su trienio.

Nos leemos el próximo lunes.

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