“Cuando se piensa en un violador, imaginamos a un individuo anormal, psicópata; sin embargo, estos son personas insertas en la sociedad” manifiesta Ana Celia Chapa Romero, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM. Entonces ¿cuál es la razón para que alguien sea un agresor sexual?

Hasta el presente no hay establecido un perfil determinante del agresor sexual o violador sexual; se han identificado rasgos que presentan los agresores; no rasgos físicos, tampoco genéticos, son todos rasgos de conducta, la intención de dominación, de humillar, de atentar contra la dignidad de las mujeres, esto está asociado a la misoginia; y la misoginia no es un tema de enfermedad mental, no es trastorno de la personalidad; es una forma de pensar a las mujeres donde se les da un lugar de inferioridad, articulado a ideas violentas que pueden ser tan graves que ocasionen conductas feminicidas o de agresión sexual directa como una violación simple o tumultuaria.

La antropóloga Rita Segato, integrante del Consejo Asesor de Expertas de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y del grupo de preparación del plan estratégico para la Mesa de Diálogo Político del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), ha propuesto en su investigación sobre pedagogías de la crueldad que los violadores sexuales son individuos que actúan bajo una suerte de fantasía mental donde se asumen moralizadores, reeducadores de las mujeres desobedientes. Para que un violador desarrolle una conducta tan grave debe haberse formado desde la infancia con elementos de violencia y dominación profunda donde las mujeres le fueron mostradas como objetos a su disposición, donde se le hizo creer que el poder está asociado al sometimiento, en ese pensamiento las mujeres son parte de lo que él puede tomar, juzgar, educar a voluntad pues se cree que puede decidir sobre ellas. El violador se convierte en moralizador porque se asume a sí mismo como el que puede castigar a aquellas que parecen ser demasiado independientes, demasiado liberales, demasiado provocativas, en sus ideas torcidas las mujeres desean ser castigadas por su apariencia sexualizada, todo esto sucede en el interior de su pensamiento, no en la realidad. El nivel de distorsión de la realidad a causa de las ideas violentas puede ser tan grave que da origen a tragedias como la sucedida en la comunidad de El Potrero perteneciente al municipio de Coxcatlán en la Sierra Negra de Puebla el 13 de diciembre de 2017, donde hubo 11 homicidios contra una familia cometidos por dos hombres, uno identificado como Carlos N., quien sigue prófugo de la justicia. Seis años antes este hombre había violado sexualmente a una de una mujer de esta familia, nunca tuvieron ningún tipo de relación, solo eran habitantes de la misma comunidad, a causa de la violación ella estuvo embarazada, no se le permitió abortar ni denunciar, así fue como un niño nació de ese ataque sexual, al momento de los homicidios ella se encontraba en una relación de pareja próxima a casarse y embarazada de ocho meses, el violador lo asumió como ofensa pues aunque nunca hubo un vínculo de ningún tipo él la consideraba “suya”; por esa razón decidió asesinarla junto con 9 personas más que estaban en su casa ese día, sus abuelos, hermanas, sobrinos y sobrinas; paradójicamente uno de los sobrevivientes fue el niño que nació de aquella violación, este niño y otra niña fueron protegidos por una mujer quien huyó con ellos a pie hasta llegar a la siguiente comunidad, caminaron toda la noche.

En el estado de Puebla de enero a septiembre se han registrado 629 violaciones sexuales, en dos las agresoras fueron mujeres; y si, la mente social insiste en ver peor esos dos casos que los otros 627 No podemos seguir justificando nuestra violencia social dejando que nuestra mente sea poco objetiva, todas las víctimas son importantes, todos los agresores deben ser sancionados y tratados psicológicamente, pero que el 99% de los agresores sean hombres debe decirnos algo de nosotros como sociedad.

Un cambio viable empezará por la niñez, habrá que mostrarles habilidades emocionales para fomentar relaciones más equitativas, un sistema de procuración de justicia con perspectiva de género y seguir construyendo hombres que no dependan del control que puedan ejercer sobre las mujeres.

Abigail Baez

@AbigailBaezSC

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