Posdata
Alfonso González
Algo debe hacer, y urgente, Gabriel Biestro Medinilla, el nuevo titular de la Secretaria del Trabajo, para evitar la polémica en torno a su persona y a su imagen como funcionario público.
Porque independientemente de que su llegada a la dependencia que hoy encabeza no fue nada tersa, ni mucho menos del agrado de algunos de los trabajadores que allí laboran, sí le afecta al gobierno.
De hecho, algunos empleados de confianza ya fueron despedidos para ceder su lugar a la gente de Biestro. Cosa normal, desde luego, pero vaya que generó molestia entre la gente.
Y es que la percepción de los poblanos, de los burócratas y de muchos funcionarios estatales es que el arribo del ex diputado local y líder del Congreso del Estado no se dio de buena forma.
Y aunque los cambios obedecen a una decisión exclusiva del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, lo cierto es que la figura de Biestro sigue generando mucha polémica por diversas razones que no se deben cuidar sino evitar.
Me explicó por qué: de entrada, Gabriel Biestro tuvo un controvertible paso por el Congreso del Estado; primero, porque los aliados que anteriormente tuvo, como José Juan Espinosa Torres, se enfrentaron con él, lo atacaron y desgastaron.
Segundo, porque heredó una estructura muy robusta en el Poder Legislativo, que se ventiló en los medios, la cual tuvo que ser reducida en la actualidad, limpiada y recortada para poderla dejar conforme a los mentados preceptos de la 4T.
Y tercero, porque buscó la candidatura de Morena al Ayuntamiento de Puebla sin éxito alguno, pues le ganó la partida Claudia Rivera Vivanco, ex edil de la capital y quien sucumbió en la elección contra el actual presidente municipal panista, Eduardo Rivera Pérez.
Tan sólo estos tres momentos le pegaron duro a la imagen de Biestro, quien evidentemente fue rescatado por el gobernador Barbosa al sumarlo a su gabinete.
Eso sí, aseguran que el ex secretario del trabajo, Abelardo Cuéllar Delgado, no quedó nada contento con su destitución, a pesar que agradeció muy gentilmente todo el apoyo del gobernador durante su papel como secretario.
El caso es que el nuevo secretario del trabajo debe empezar a trabajar en recomponer su imagen para evitar afectar al gobierno del estado.
Me parece muy aventurado señalar si Gabriel Biestro entra en automático a la lista de candidateables para el 2024, particularmente por las mismas razones que arriba expongo, y por qué los grupos de Morena no se van a reconciliar, así como por el riesgo que corre ante el gran rechazo de la gente.
De allí la importancia de que empiece a recomponer su imagen y a evitar, de entrada, más despidos en la dependencia que ya encabeza.
Tan sólo los primos Mier, el senador Alejandro Armenta Mier, y el diputado federal de Morena, coordinador de su grupo parlamentario, Ignacio Mier Velasco, le llevan mucha ventaja en la carrera si es que está pensando en ella.
El único problema de los Mier, desde luego, es que ninguno de los dos son del agrado del gobernador Barbosa, mientras que Biestro sí cuenta con su apoyo.
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Algo que los panistas deben cuidar, particularmente la presidenta del Comité Directivo Estatal, Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, y el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, es proyectar la imagen de un nuevo PAN en Puebla.
Además de privilegiar un partido democrático, abierto, para todos y no sólo para unos cuantos, tal como antes ellos mismos lo reclamaron y acusaron con la anterior administración encabezada por la diputada federal Genoveva Huerta Villegas.
Porque la integración de la Comisión Permanente, convocada y realizada el fin de semana pasado, tras la realización de la sesión extraordinaria del Consejo Estatal, no dejó contentos a muchos panistas.
Los grupos de Genoveva Huerta y el Rafael Micalco Méndez, ex dirigente y actual diputado local, de los más grandes en el albiazul, fueron excluidos y marginados.
¿De verdad no habrá operación cicatriz en el PAN poblano?
¿En serio van a estar peleados y divididos de cara al 2024?
¿Van a seguir con sus absurdas venganzas?
Porque ya de las elecciones extraordinarias mejor ni hablamos.
Y al rato no se quejen y lloren por las derrotas.
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