Si construyes un aeropuerto donde ya existe uno, por lo menos lo haces mejor, o ya de perdida, igual. México es la economía número 16 –cayó a ese escalón en 2021, toda vez que ocupaba el lugar 15 –entre las más grandes del mundo. Por debajo de México, Turquía, la economía número 20, apenas construyó en Estambul uno de los dos aeropuertos más grandes del orbe; México construyó el AIFA.

Trataré de desmenuzar lo que, a mi juicio, es el error de este emblemático (para el presidente) proyecto y que tiene que ver con la retahíla de críticas y defensas que se producen diariamente en medios de comunicación, redes sociales y hasta en pláticas de pasillos y esquinas. Tampoco entraré en detalles acerca de la opacidad financiera sobre la que se construyó.

Me parece que la centralización del poder en México, debido al hambre de imagen de un solo individuo, genera este tipo de errores en proyectos que bien podrían considerarse valiosos si se los dirige adecuadamente.

El aeropuerto internacional, las aerolíneas básicas, la señora de las doraditas, la muchacha de las artesanías, la falta de agua en los baños, las limitantes en las vías de llegada rápidas y de costos asequibles o los techos de lámina, son algunas de las informaciones que se cruzan dejando a quienes leemos tantos comentarios, por lo menos desorientados con respecto a lo que debería ser un proyecto naciente que se lanza al mercado como cualquier empresa nueva.

Antes de inaugurarse, un negocio ya cuenta con un estudio de mercado, una imagen, un público meta, una proyección a futuro y todo esto lo lleva a que cuando abra sus puertas, el público sepa de qué se trata, qué vende y a quién va dirigido; si la mercadotecnia no se realiza, puede generar desconfianza, desorganización, una imagen de desconcierto y el cliente termina por no entrar o luego de hacerlo, no volver más por ahí.

Decía que el presidente comete un error al centralizar y querer hacerla de todólogo cuando no permite que los encargados de las áreas correspondientes hagan lo suyo y en su afán de protagonismo, reduce a inútiles todos los esfuerzos para que una empresa funcione para lo que fue creada.

Si bien el aeropuerto presume de ser internacional –lo cual no se consigue solamente invitando a los amigos de Venezuela–, me parece que un mercadólogo podría encontrar fácilmente el target y la manera de llegar a este a través de las múltiples herramientas que esta disciplina ofrece.

El aeropuerto, con la infraestructura básica con la que cuenta, los vuelos baratos que pregona, la oportunidad de viajar a Venezuela por un módico precio bien podría enfocarse como el aeropuerto del bienestar –esta palabra que adormece a los seguidores de esta administración.

Bien enfocado, el proyecto pudo ser el “Aeropuerto del Pueblo” al contar con seis, diez, veinte vuelos nacionales y tres o cinco a Venezuela, Bolivia, Brasil o Cuba (que se presume, son amigos del México de este sexenio). Aerolíneas con servicios baratos para personas con recursos limitados, porque, aún cuando a esto los defensores de este gobierno le llamen “clasismo” –como eco de lo que dice “su” presidente–, también es un México que no podemos negar que exista, y que el simple hecho de evitar esa palabra no hará que por arte de magia desaparezcan estos escalones de la pirámide social en la que vivimos, los que, por cierto, este gobierno ensancha cada vez más.

Efectivamente, sin que el recinto se convirtiera en un tianguis, se pudo habilitar una zona de comida regional, donde, dignamente, la señora de las doraditas y demás proveedores de antojitos nacionales y artesanías pudieran expender sus productos, generando movimiento económico para esas familias de la zona.

Inteligentemente, el “Aeropuerto del Bienestar” podría extender los tentáculos de la beneficencia sobre la que se sustenta el actual gobierno para acercar a los mexicanos de escasos recursos la oportunidad de viajar, dentro y fuera del país, ofertando paquetes de vuelos y hospedajes de bajo costo –uno puede encontrar boletos de avión de seiscientos pesos a Cancún si maneja con habilidad la tecnología en celulares y laptops, de manera que, de que existe la oferta muy económica, la hay.

Creo que la imagen del aeropuerto tiene un gran potencial que los expertos en mercadotecnia del gobierno no han podido acercarle al mandatario –puesto que todos sabemos que no se deja asesorar.

Lo que pudo ser el Aeropuerto Internacional del Bienestar (AIB) estuvo mal enfocado desde el inicio y la mercadotecnia asegura que es más difícil cambiar la imagen de un negocio en marcha, que construirla de nuevo.

F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías

@ALEELIASG

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