El fallido operativo del 17 de octubre en el que se pretendió la captura de Ovidio Guzmán por supuesto narcotráfico y a pedimento de Estados Unidos ha levantado polvo, verdaderamente, y es que independientemente de haber puesto en riesgo a toda una ciudad con la consecuente pérdida de vidas por su mala estrategia, y de no haber cumplido su objetivo, lo también preocupante han sido las reacciones de las autoridades.

Desde entonces no ha convencido una sola respuesta de nadie, mismas que han sido distintas cada vez, y muchas han aflorado por el peso mismo de las circunstancias y de las evidencias.

La estrategia del manejo crisis también ha sido fallido o inexistente, pues la solución ha sido negarlo todo, decir que la decisión de liberar a Ovidio fue “histórica porque se evitaron muchas muertes”, y poner a la prensa como el enemigo.

La liberación de este personaje en ningún momento fue una “decisión”, como lo llama el presidente y su secretario de seguridad, ya que la delincuencia organizada prácticamente arrebató de las manos de los elementos ¿castrenses? a su líder, no tenían otra opción porque estaban contra la pared, cosa que preocupa porque entonces quién va a poner orden y seguridad en este país.

Todos pudimos ver que los delincuentes tomaron la ciudad de Culiacán y actuaron a voluntad, tomando a todas las autoridades desprevenidas y obviamente, la ciudadanía fue presa fácil de estas personas.

A mi juicio, no se critica en sí la liberación de Ovidio, sino que la mala planeación haya llevado a esta circunstancia, poner en riesgo la vida de los elementos que estaban participando en el operativo, tan mal estaban que la ciudad entera fue rehén de la delincuencia, pasando por las familias de soldados.

Y la falta de respuestas es algo que los ciudadanos no merecemos, nuestras autoridades han caído en un marasmo de palabras que hasta a ellos mismos les ha costado desenredar, el colmo fue el ataque directo del presidente a la prensa pintándolo como el enemigo, hay que recordar que la prensa es la intermediaria entre el ciudadano y las autoridades, entonces los cuestionamientos que emiten los reporteros son un termómetro de lo que las personas comunes queremos saber, y si se ataca a la prensa debe considerarse como un ataque y deslealtad al pueblo.

Es muy lamentable ver como el Ejecutivo federal busca “enconcharse” ante la adversidad, provocando desestabilidad social, es de todos conocido que López Obrador tiene seguidores fieles con la esperanza muy puesta en él, y si maneja un intento de golpe de estado, como recientemente lo acaba de mencionar, prácticamente está azuzando no solo a sus huestes, sino a parte importante de la población contra sí misma, cosa que es una irresponsabilidad más de su parte.

Entonces el principal delito ha sido preguntar, cuestionar sus acciones, ¿en verdad el presidente en algún momento de su existencia se lo imaginó de otro modo? El ciudadano lo mínimo que espera de un gobierno que presume de ser democrático es información fehaciente, no rollos.

Respuestas que por cierto estamos esperando ante la reciente actitud de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, ante la deferencia mostrada personalmente con el recién gobernador de Baja California, avalando su ampliación de mandato de dos a cinco años, movimiento que es señalado de inconstitucional, pero que con mañas se está intentando darle legalidad.

Se infiere que desde su cargo, Olga Sánchez es un importante brazo operador del presidente Andrés Manuel López, entonces, esta maraña legaloide en Baja California tiene línea desde esas altas esferas, ese es el temor.

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