A la frase muy usada que habla de “la frialdad de los números” se le pueden objetar muchas cosas, pero indiscutiblemente que es una forma menos arbitraria para acercarse a los fenómenos sociales que aludir a factores emotivos. Lo anterior porque el manejo de la pandemia puede medirse de muchas formas, pero los datos nos arrojan un resultado apabullante: el manejo de la pandemia ha sido errático e ineficiente.

Lo primero es que las predicciones y expectativas fueron incorrectas. Cuando se declaró la fase 3 de la pandemia, la cuarentena propiamente dicha, la reacción ya había sido tardía. El 23 de marzo las autoridades consideraban que el confinamiento era voluntario y se suponía que duraría hasta el 19 de abril, pero al anunciarse la Emergencia sanitaria, la Jornada Nacional de Sana Distancia se extendió hasta el 30 de abril.  se había manejado por Ese 21 de abril de 2020, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, inició con sus tanteos disfrazados de predicciones: la fase crítica de la pandemia sería entre el 8 y el 10 de mayo. La jornada de sana distancia se prolongaría hasta el 30 de mayo y el regreso a clases, según la SEP, podría darse el 17 de junio.

El siguiente error fue un exceso de optimismo: regresar a la actividad comercial, el famoso “semáforo naranja” justo cuando el número de contagios iba en aumento. Hacer todo a destiempo y sin ninguna justificación. Dejar que el Estado de México se mantuviera en el semáforo rojo cuando la Ciudad de México seguía en rojo. Y la aplicación caprichosa o absurda del semáforo ¿Cómo puede estar Tlaxcala en semáforo naranja cuando Puebla, la entidad con la que limita en al sur, al este y al oeste, sigue en rojo?

La realidad: a finales de julio seguimos viviendo la parte crítica de la pandemia. El “aplanamiento de la curva”, es decir, el punto de inflexión que marcaría el descenso de los casos de contagio, sigue sin darse.

Otro cálculo terrible fue el de decesos. El 27 de febrero López Gatell planteó sus escenarios: calculó 12 mil 500 muertes, con un rango de 6 mil (bastante impreciso, cabe decir). Los decesos podían pasar entonces a 25 mil y, en un caso extremo, a 30 mil.

La triste realidad es que al finalizar julio ya rondaban los 45 mil decesos y los casos de contagio ya llegaban a los 400 mil. La luz al final del túnel no se vislumbraba por ningún lado.

Es decir que de acuerdo a las autoridades sanitarias hemos rebasado las expectativas y estamos en el peor de los escenarios. Ajustar los datos de las predicciones para lo que resta de la pandemia sería devastador para el manejo informativo que pretende la 4T. ¿Cuál será el saldo total del contagio? ¿Cien mil muertos? ¿Más? ¿Cuánto más se prolongará la emergencia sanitaria? ¿Agosto? ¿Septiembre? ¿El resto del año?

Entendemos que el surgimiento del virus es producto de mecanismos que aún no quedan del todo claros. Pero el manejo de la pandemia sí es responsabilidad de cada gobierno. Los desastrosos resultados de Estados Unidos, Brasil y Gran Bretaña son culpa de gobiernos que no hicieron los necesario ni lo correcto. E inmediatamente después en esa lista, está México.

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