Luis Manuel Vázquez Morales

Tradicionalmente el mercado es un lugar donde se conjugan colores, olores y sabores. Confluye tanta gente que, ya sea de manera diaria o semanal acuden puntualmente para adquirir los alimentos y demás bienes que son necesarios para el día a día. Existen diferentes tipos de mercados, los hay fijos y los que llegan un día de la semana, pero son tan ricos como una fuente de conocimiento de la vida cotidiana. Mujeres y hombres de todas las edades acuden a este lugar en busca de algo que solamente ahí encuentran.

En la historia y en diferentes lugares de México han existido diferentes mercados que son de una gran tradición. En el México prehispánico existieron varios señoríos considerados como centros de intercambio donde se podían encontrar diversos productos de la región y de lugares alejados. Los pochtecas o mercaderes eran quienes se encargaban de esta dinámica cuyo dios era Yacatecuhtli, como se encuentra representado en el códice conocido como Fejérváry-Mayer o Tonalámatl de los pochtecas.

Dos mercados cercanos al ámbito tlaxcalteca se encuentran registrados en la tradición histórica. Para tener una idea amplia de estos lugares y apreciar la riqueza cultural, habrá que revisar la Segunda Carta de Relación de Hernán Cortés, donde se describen los mercados de Ocotelulco y Tlatelolco.

Después pasar unos días en Tlaxcala, Hernán Cortés y sus hombres recorrieron distintos lugares; el capitán se detiene para mencionar este lugar muy característico del señorío de Maxixcatzin, ya que ha sido considerado como el centro comercial de Tlaxcala.

Inicia su narración con una mención sobre Tlaxcala a la que compara con Granada. “La cual ciudad es tan grande y de tanta admiración que aunque mucho de lo que de ella podría decir dejé, lo poco que diré creo que es casi increíble, porque es muy mayor que Granada y muy más fuerte y de tan buenos edificios y de mucha más gente que Granada tema al tiempo que se ganó y muy mejor abastecida de las cosas de la tierra, que es de pan, de aves, caza, pescado de ríos y de otras legumbres y cosas que ellos comen muy buenas.”

Posteriormente pasa al mercado de Ocotelulco. “Hay en esta ciudad un mercado en que casi cotidianamente todos los días hay en él de treinta mil ánimas arriba, vendiendo y comprando, sin otros muchos mercadillos que hay por la ciudad en partes. En este mercado hay todas cuantas cosas, así de mantenimiento como de vestido y calzado, que ellos tratan y puede haber”.

“Hay joyerías de oro, plata, piedras y otras joyas de plumaje, tan bien concertado como puede ser en todas las plazas y mercados del mundo. Hay mucha loza de muchas maneras y muy buena y tal como la mejor de España. Venden mucha leña, carbón e hierbas de comer y medicinales. Hay casas donde lavan las cabezas como barberos y las rapan; hay baños. Finalmente, que entre ellos hay toda manera de buena orden y policía y es gente de toda razón y concierto, tal que lo mejor de África no se le iguala».

Una representación visual de estas escenas que hoy se consideran de la vida cotidiana se encuentran bellamente representadas en los Murales de Palacio, realizadas por el pincel del Maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin. Así mismo, actualmente se pueden vivir en el mercado de los sábados en la capital tlaxcalteca y cualquier día de la semana en los municipios y comunidades del estado.

Después del encuentro entre Cortés y Moctezuma en Tenochtitlan, al igual que en Tlaxcala, el conquistador se dedicó a conocer y describir ampliamente las situaciones que vivía para informar al rey. En su momento, en la misma Segunda Carta, hace una descripción muy pormenorizada del mercado de Tlatelolco con los parámetros que él conoce para que el emperador y sus posibles lectores se dieran una idea de lo que había en estos territorios. Lo describe de la siguiente manera:

“Tiene esta ciudad muchas plazas donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimientos como de vituallas, joyas de oro y de plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, de piedras, de huesos, de conchas, de caracoles y de plumas. Véndese cal, piedra labrada y por labrar, adobes, ladrillos, madera labrada y por labrar de diversas maneras. Hay calle de caza donde venden todos los linajes de aves que hay en la tierra, así como gallinas, perdices, codornices, lavancos, dorales, zarcetas, tórtolas, palomas, pajaritos en cañuela, papagayos, búharos, águilas, halcones, gavilanes y cernícalos; y de algunas de estas aves de rapiña, venden los cueros con su pluma y cabezas y pico y uñas”.

“Venden conejos, liebres, venados, y perros pequeños, que crían para comer, castrados. Hay calle de herbolarios, donde hay todas las raíces y hierbas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casas como de boticarios donde se venden las medicinas hechas, así potables como ungüentos y emplastos. Hay casas como de barberos, donde lavan y rapan las cabezas. Hay casas donde dan de comer y beber por precio. Hay hombres como los que llaman en Castilla ganapanes, para traer cargas. Hay mucha leña, carbón, braseros de barro y esteras de muchas maneras para camas, y otras más delgadas para asiento y esterar salas y cámaras. Hay todas las maneras de verduras que se hallan, especialmente cebollas, puerros, ajos, mastierzo, berros, borrajas, acederas y cardos y tagarninas. Hay frutas de muchas maneras, en que hay cerezas, y ciruelas, que son semejantes a las de España. Venden miel de abejas y cera y miel de cañas de maíz, que son tan melosas y dulces como las de azúcar, y miel de unas plantas que llaman en las otras islas maguey, que es mucho mejor que arrope, y de estas plantas hacen azúcar y vino, que asimismo venden. Hay a vender muchas maneras de hilados de algodón de todos colores, en sus madejicas, que parece propiamente alcaicería de Granada en las sedas, aunque esto otro es en mucha más cantidad. Venden colores ara pintores, cuantos se pueden hallar en España, y de tan excelentes matices cuanto pueden ser. Venden cueros de venado con pelo y sin él; teñidos, blancos y de diversos colores. Venden mucha loza en gran manera muy buena, venden muchas vasijas de tinajas grandes y pequeñas, jarros, ollas, ladrillos y otras infinitas maneras de vasijas, todas de singular barro, todas o las más, vidriadas y pintadas”.

“Venden mucho maíz en grano y en pan, lo cual hace mucha ventaja, así en el grano como en el sabor, a todo lo de las otras islas y tierra firme. Venden pasteles de aves y empanadas de pescado. Venden mucho pescado fresco y salado, crudo y guisado. Venden huevos de gallinas y de ánsares, y de todas las otras aves que he dicho, en gran cantidad; venden tortillas de huevos hechas. Finalmente, que en los dichos mercados se venden todas cuantas cosas se hallan en toda la tierra, que demás de las que he dicho, son tantas y de tantas calidades, que por la prolijidad y por no me ocurrir tantas a la memoria, y aun por no saber poner los nombres, no las expreso. Cada genero de mercaduría se venden en su calle, sin que entremetan otra mercaduría ninguna, y en esto tienen mucha orden. Todo se vende por cuenta y medida, excepto que hasta ahora no se ha visto vender cosa alguna por peso”.

“Hay en esta gran plaza una gran casa como de audiencia, donde están siempre sentadas diez o doce personas, que son jueces y libran todos los casos y cosas que en el dicho mercado acaecen, y mandan castigar los delincuentes. Hay en la dicha plaza otras personas que andan continuo entre la gente, mirando lo que se vende y las medidas con que miden lo que venden; y se ha visto quebrar alguna que estaba falsa”.

De imaginarse la magnitud de los mercados de Ocotelulco y Tlatelolco no habría alguno que se llegara a comparar. La riqueza, objetos, productos, alimentos, bienes y servicios es tal, que la admiración de los conquistadores siempre estuvo presente en los textos que escribían.

Para tener una idea de lo que era el mercado de Tlatelolco y su importancia, conviene acercarse a las maquetas que se encuentran en el Museo del Templo Mayor y el Museo Nacional de Antropología, ambos en la ciudad de México.

Si se quiere viajar en el tiempo y tener la experiencia de sentir los colores, los olores y los sabores del México antiguo, basta echar un vistazo a los escritos de los conquistadores. Sus textos son fuentes obligadas para conocer la realidad de los pueblos mesoamericanos en vísperas de la conquista, ya que ellos fueron testigos del esplendor del México Antiguo.

luis_clio@hotmail.com

@LuisVazquezCar

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here