¿Cómo es posible que los ciudadanos voten contra sus propios intereses, a un candidato que propiciará aumentos abusivos de tarifas, despidos masivos y que es notoriamente corrupto? ¿Cómo es posible que ciudadanos pensantes apoyen guerras y aventuras bélicas que sólo traerán miseria, muertos y mutilados al pueblo? ¿Cómo pudieron ocurrir masacres gigantescas, como las dos guerras mundiales? ¿O la invasión de Irak desatada en base a una mentira: la posesión por parte de Irak de armas de destrucción masiva que nunca existieron? ¿Cómo es posible que…?
Lo primero que choca ante esta ola de mentiras, engaños, abusos y crímenes masivos que se han hecho cotidianos en la sociedad moderna, es su irracionalidad. Y es que la opinión pública no se modifica apelando a la razón sino a los sentimientos y los prejuicios. Un ejemplo de cómo modificar la opinión pública nos los brinda la historia de la Primera Guerra Mundial.
El 4 de Agosto de 1914 Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania. Entre 1910 y 1914 Gran Bretaña había sido sacudida por una ola de huelgas, el clima de descontento social no parecía augurar un gran apoyo a la iniciativa bélica, y por otra parte amplios sectores veían a la guerra con indiferencia. El gobierno lo sabía y lo primero que hizo fue organizar una oficina secreta de propaganda de guerra, que en Septiembre de 1914, se estableció en Wellington House, en Londres.
La dirección de la oficina estuvo a cargo del escritor Charles Masterman. Todo se manejó en el mayor secreto, hasta tal punto que al parecer la mayoría de los integrantes del Parlamento desconocían su existencia. Se pidió a escritores, poetas y editores de periódicos que prepararan material de propaganda Esos materiales creados por la Oficina de Propaganda de Guerra británica surtieron el efecto buscado: la opinión pública apoyó la espantosa carnicería de millones de seres humanos.
Escritores famosos como Arthur Conan Doyle y poetas como Rudyard Kipling escribieron textos belicistas. Editoriales como Oxford University Press y MacMillan los editaron. Trabajadores que antes habían luchado por sus derechos fueron a morir a las trincheras, reforzando el poder de sus explotadores. Se publicó en Estados Unidos <a escritores alemanes nacionalistas y militaristas, para sesgar la opinión pública estadounidense contra Alemania. Tuvieron éxito. En 1917, antes de su mensaje al Congreso anunciando la entrada de Estados Unidos en la guerra, el presidente Woodrow Wilson dijo: “Una vez llevado a la guerra, nuestro pueblo olvidará que una vez hubo algo como la tolerancia…”.
Los tiempos y las formas han cambiado, pero cien años después, se sigue manipulando a la opinión pública con el aporte de nuevas técnicas. Como siempre se apela a los sentimientos, los prejuicios y las emociones. El conocimiento y la razón son nuestros recursos contra la ciencia de modificar la opinión pública.