Hay varias claves culturales que nos permiten entender cómo el amor es algo totalmente distintos para hombres que para las mujeres, a ellos este sistema les enseña que: Hay cosas más importantes que el amor romántico, que hay una mujer destinada a ellos que los va a cuidar y para quien ellos  van a ser el centro de su universo, y la tercera que el amor es inagotable e incondicional.

Por otra parte el sistema nos enseña a las mujeres: No hay nada más importante que el amor romántico, hay un hombre que está destinado para nosotras y al que nos entregaremos por completo y por último nos convencen de que nacemos con un don para amar de manera inagotable e incondicional.

Yo lo planteo muy claramente en mis talleres de autodefensa femenina, a los hombres hay que quererlos en su justa medida, ni más ni menos, eso sí nunca más que a nosotras mismas, se trate de parejas, hijos, padres, hermanos, amigos, jefes, cantantes, o lo que sea.

Por una sencilla razón, el esquema tradicional de amor que nos enseñan, a través del mito de la complementariedad, de la media naranja, es profundamente violento, sobre todo para nosotras.

Dice la feminista mexicana Marcela Lagarde “Nunca se nos presenta la problemática de seres en conflicto, de seres con intereses distintos, de seres que chocan, que a veces se acercan, pero que en ocasiones se tienen que alejar. Los hombres tienen muchos recursos de alejamiento, se habla mucho del egoísmo de los hombres, pero eso solo es resultado de la construcción social del hombre, como el sujeto de su propia vida, él está en el centro de su vida y uno de ésos recursos es precisamente el amor, pero no hacía las y los demás, sino el amor que les cuida, el que los atiende, el amor que se sacrifica por ello y eso tiene por supuesto consecuencias negativas para nosotras”.

Así se los digo a mis alumnas, ¡quién insista en seguir buscando a su media naranja, lo más probable es que se encuentre con su exprimidor!, constrúyanse mujeres como seres completos, naranjas completas y busquen relacionarse con otros seres completos, otra naranja completa.

La feminista española Coral Herrera Gómez, está planteando nuevas formas de amar y tiene razón sí es posible amar en libertad, en igualdad de condiciones, con un compromiso real de buscar lo mejor para una y para el otro, señala: “Llegar a construir una relación de amor compañero requiere profundizar en nuestra identidad de género, analizar cómo nos sometemos y desobedecemos a los mandatos del patriarcado, cómo nos oprimen y cómo oprimimos, qué roles adopta cada uno, cómo afectan nuestros privilegios a la otra persona, cómo usamos nuestro poder en las relaciones con las y los demás”.

Coral dice además que no es suficiente el amor para construir una relación sana, alegre, igualitaria y placentera, dice: “No basta con quererse mucho, hay que quererse bien. Para querernos bien hay que liberar al amor del patriarcado y liberarnos por dentro de él también. Hay que portarse bien, y tratar bien a todos los compañeros y compañeras sexuales y románticas que tengamos. Para querernos bien hay que ser generosxs y desinteresadxs, hay que ser solidarios, (yo añadiría sororidarias además). Para querernos bien hay que amar desnudos, sin corazas, sin máscaras, sin escudos, sin peros, sin egoísmos, sin luchas de poder, sin violencia”.

Así termina Coral éste precioso artículo: “Para poder querernos bien tenemos que sentirnos libres y para poder sentirnos libres, hay que acabar con el patriarcado, el individual y el colectivo, y hacer la revolución feminista del amor, del sexo, de los afectos y de los cuidados”.

No cabe duda que Coral Herrera Gómez es una de las feministas más comprometidas con las causas del amor, del amor feminista, de hecho tiene un laboratorio del amor, dónde hombres y mujeres están aprendiendo nuevas maneras de relacionarse.

 

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