René Anaya

No importa si las autoridades sanitarias o que organizaciones internacionales de salud nieguen que haya un tratamiento eficaz contra el SARS-Cov2, cada semana surgen promotores de sustancias seudoterapéuticas que prometen la cura o prevención del Covid-19, la cuales son recibidas por miles de personas como la solución milagrosa.

Tal vez por esa razón se ha extendido el uso de la solución mineral milagrosa (MMS por sus siglas en inglés) y del dióxido de cloro (CDS, también por sus siglas en inglés), semejante a la primera, que se anuncian como terapias para numerosas enfermedades y ahora, por supuesto, como sustancias seguras y potencialmente efectiva contra el SARS-Cov-2.
MMS en el cuerpo de creencias

La MMS la comercializa James Humble u Obispo James V. Humble, de Génesis II, Iglesia de Salud y Sanación, fundada por él en 2010, después de abandonar la cienciología y de identificarse con el movimiento antivacunas. Y, claro, después de que llegó a la Tierra desde la galaxia Andrómeda. El obispo, con mil millones de años de edad, creó la MMS en 2006, según refiere, en una expedición a las selvas de América Central, con la cual ha curado a más de cien mil personas de la malaria, pero también su sustancia milagrosa es útil contra la diabetes, la influenza, el herpes, la arterioesclerosis, la tuberculosis, el síndrome de fatiga crónica, las hepatitis A, B y C, todos los cánceres, el sida y ahora el Covid-19.

Lo únicamente cierto es que la solución ha sido milagrosa para mejorar sus finanzas, pues además de la venta de la MMS, ofrece títulos de Ministro de Salud por 750 dólares; por 250 dólares más se aprende el manejo seudoterapéutico de la MMS; y por otros 1 500 dólares se recibe el “doctorado con certificado MMS”, según la página wiki de las creencias irracionales (https://web.archive.org/web/20110928063839/http://www.esowatch.com:80/en/index.php?title=Jim_Humble).

De manera paralela, pero con otra historia igual de charlatanesca, Andreas Kalcker, doctor en Medicina Alternativa y Biofísica Natural por la Universidad Abierta de Ciencias Avanzadas, con sede en Florida y sucursal en Barcelona, conocida como una fábrica de diplomas, ha promovido en España y Latinoamérica el uso de CDS, con muy buenos resultados para sus finanzas y las de sus seguidores, pero con graves trastornos de salud para quienes la consumen.

Sustancias refractarias a la ciencia
A pesar de numerosos reportajes y entrevistas con científicos que alertan sobre los daños a la salud de la MMS y la CDS, como irritación de la boca, esófago y estómago, que ocasiona náuseas, vómitos y diarreas; trastornos hematológicos, cardiovasculares y renales, que pueden conducir a graves complicaciones y a la muerte, se sigue vendiendo y consumiendo de manera alarmante.

No es algo de extrañar, ya que los sistemas de creencias, como este, son refractarios a las evidencias científicas; además, es otra de las teorías de la conspiración, que certeramente caracterizan los investigadores australianos Stephan Lewandowsky y John Cook en su Guía para las Teorías de la Conspiración (http://sks.to/conspiracy).

De esta forma, se tienen sospechas del discurso oficial, ya sea del gobierno o de científicos e investigadores de la medicina, por lo que no importa si las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud, la Secretaría de Salud, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) o artículos publicados en revistas arbitradas advierten de los riesgos de tomar dióxido de cloro. No se cree, porque se sospecha de todos.

Las grandes empresas farmacéuticas —se dice— reparten dinero para que se hagan campañas contra el uso de CDS porque se les acabaría su negocio. Y allí está una contradicción de los conspiranoicos: las compañías farmacéuticas quieren evitar que se mermen sus utilidades, por eso gastan millones de dólares para “comprar” a la OMS, la OPS, el CDC, universidades, gobiernos enteros, asociaciones, como la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia, para que desprestigien a la CDS y ¿con qué dinero se quedan?

Se supone que hay una campaña dirigida contra quienes promueven el uso de CDS, por lo que son vistos como víctimas o héroes, como Humble y Kalcker, quienes se enfrentan al gigantesco aparato multinacional de gobiernos y empresas. No importa que estos dos individuos sean dueños de empresas multinacionales con fachada religiosa o de cruzada por la “salud alternativa”.

Toda evidencia científica es rechazada o, en todo caso, es una prueba contundente de la conspiración, ya que si es irrefutable es porque los conspiradores se han preparado muy bien para confabular contra la gente y obtener grandes beneficios. Y, en todo caso, si la creencia se tambalea, siempre queda el recurso de contraargumentar que “algo debe estar mal”, porque siempre se engaña.

Por eso es conveniente seguir alentando el pensamiento crítico, con un escepticismo saludable, sensible a la evidencia y que busque la coherencia, como recomiendan Lewandowsky y Cook.
@RenAnaya2
f/René Anaya. Periodista Científico
*Publicado en revista Siempre!