Raúl García Gutiérrez

¡Y llegó el momento de evaluar a los alumnos! Finaliza el primer período de clases en línea de este ciclo escolar 2020-2021 y con él, la necesaria evaluación del avance de los pupilos.
La semana pasada, específicamente el 6 de noviembre, la Secretaría de Educación Pública Federal emitió el documento “Orientaciones Pedagógicas y Criterios para la Evaluación del Aprendizaje”, las cuales aplicarán para el período de contingencia sanitaria.

En ellas se plasman las líneas generales para la evaluación de los escolares, especialmente de primaria y secundaria, destacando tres rubros: 1) Los alumnos con comunicación y participación sostenida. Ellos serán evaluados de acuerdo al acuerdo vigente. 2) Los alumnos con comunicación y participación intermitente. Se cancelará el espacio de evaluación y se anotará “Información insuficiente” en el rubro de Observaciones y sugerencias sobre los avances del aprendizaje. 3) Los alumnos con comunicación prácticamente inexistente. En esos casos se anotará “Sin información”.

Evidentemente la SEP está considerando los tres principales escenarios, dentro de la trágica realidad que están viviendo los padres de familia, sus hijos y los docentes. Como usted y yo lo sabemos y lo vivimos diariamente, la pandemia causada por el coronavirus ha expuesto las graves carencias del sistema de salud pública, pero también las del sistema educativo mexicano.

Si bien una de las preocupaciones principales del Secretario Moctezuma fue la de capacitar a los maestros en las tecnologías que les permitieran comunicarse a distancia con sus pupilos, no se consideró, en mi opinión, a la contraparte: los padres de familia y los alumnos.

Se dio por hecho que en cada hogar habría un televisor y un celular. Una televisión para que los niños tuvieran los contenidos en el hogar y el dispositivo móvil para comunicarse con sus mentores.

Resuenan en mi mente las palabras de una mamá angustiada: “Profe, mi celular es muy sencillo, aparte no sé cómo enviar un correo electrónico. No quiero que mi hija repruebe porque yo no la puedo apoyar”. Y las de otra, que vive en una de las zonas de mayor marginación en Pachuca: “No tenemos tele, solo mi celular, pero me lo llevo al trabajo todo el día.” Y podría citar decenas más de frases que reflejan la pobreza, el retraso y la marginación que viven miles de familias a nivel nacional.

Se debe mencionar también la apatía e indiferencia de muchos paterfamilias que, al acercarse el período de evaluación, apenas se han puesto en contacto con los maestros para “saber en qué plataforma va a trabajar”, “cuál será la forma de trabajo”, incluso “mándeme el correo de mi hijo, porque yo no me lo sé”.

Reconozco y felicito a las mamás y papás que han apoyado a sus hijos, supervisando que vean los programas de televisión, que realicen sus tareas, enviando sus tareas y trabajos. Muchos de ellos, haciendo grandes sacrificios y esfuerzos; estirando al máximo el ingreso familiar para tener con qué pagar el servicio de internet o las recargas a los celulares.

Pero también me solidarizo con quienes no han podido encontrar la forma de que sus hijos cumplan con las clases a distancia. Sé que están angustiados pensando en cómo sus hijos enfrentarán el rezago educativo en el que están cayendo.

La pandemia no tiene un fin cercano. Por el momento se escribirá un guion en lugar de un número. Y aún no se sabe cómo recuperarán todo el tiempo perdido esos niños, amigos de la pobreza y el atraso, olvidados del desarrollo social.

Seguro eres padre o madre de familia, maestro o tal vez alumno. Cuéntame tu historia. Te leo con gusto.
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