Matices y claroscuros

Salvador Franco Cravioto

Toda explicación psicológica, tarde o temprano, termina reposando sobre la lógica o la biología.

Jean Piaget

“Vive escondido”. La ambición política sólo puede ser fuente de turbación y, por consiguiente, obstáculo a la consecución de la ataraxia

Nicola Abbagnano

Preguntaba un grupo de filosofía hoy si el hombre es bueno o malo por naturaleza. No existe para esta pregunta una respuesta única ni absoluta de nadie hasta hoy en el mundo y ni siquiera de la ciencia aún, pero esto es lo que yo pienso y apunto: Dependiendo del individuo y de su contexto natural y cultural el ser humano tiene ambos potenciales, el del bien y el del mal, el de lo correcto desde el punto de vista ético, altruista y cooperativo y el de lo incorrecto, egoísta y acaparador, ambos sin ser absolutos y con sus matices según el análisis de cada situación. Es una de las preguntas más difíciles de la filosofía y sin respuesta científicamente absoluta hasta ahora. El hombre es el lobo del hombre como decía Hobbes pero también nace con una cierta bondad natural que la sociedad pervierte como pensaba Rousseau. Al final naturaleza y cultura interactúan todo el tiempo en el desarrollo humano y a lo largo de toda la vida. Y de aquí me cuelgo para reflexionar como lo hice en La luz del mediodía sobre otras nuevas verdades personales:

El poder es el poder. Y no hay poder humano que pueda hacer nada frente al poder, a menos que sea otro poder, en cuyo caso tendrá que ser enfrentado por otros poderes, a fin de que ningún poder sea absoluto, por más fuerte que sea. Esto es una nota positiva de la democracia liberal contemporánea.

La naturaleza siempre se abre camino y el orden natural se impone tarde o temprano por sobre todo convencionalismo o discurso social. La inteligencia y la astucia con civilidad y sentido ético son parte toral de la clave para la adaptación y la supervivencia -en términos de éxito- entre las reglas del juego de un mundo polarizado, complejo e hiperconectado. Así el entendimiento, conciencia y práctica de este principio es a la vez fuente de estatus, superioridad y respeto en toda comunidad y sociedad eminentemente humana

Me parece que en política y humanidades, donde la objetividad es siempre un ideal, el único absolutamente ignorante es aquel que cree saber absolutamente todo y tener respuestas y soluciones para todo.