A diez semanas y media de los comicios presidenciales en Brasil, el actual presidente Jair Bolsonaro regresó a sus denuncias sobre el sistema automatizado de recolección y conteo de votos en su país, el cual se basa en urnas electrónicas, que funcionan desde 1996 sin récord de quejas, salvo las del mandatario.
Lo relevante de la nueva presentación de esta queja es que ahora fue hecha ante embajadores de 40 países, lo que indica que el actual jefe del Estado brasileño quiere sensibilizar al mundo de su posible derrota, que ya anticipan las encuestas.
El ex capitán del Ejército ganó los comicios de 2018, cuyos votos fueron recibidos y computados con el sistema del cual desconfía, sobre su competidor del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, en un conteo que lo declaró triunfador poco más de dos horas de haber cerrado las urnas.
La base de la denuncia se encuentra en un intento de intrusión que sucedió antes de la jornada electoral, pero que una investigación de la justicia brasileña determinó que había fracasado por lo que careció de consecuencias. Pero Bolsonaro argumenta que ese sistema no es posible de auditar y que si bien ganó en segunda vuelta, en realidad había ganado desde la primera, lo cual es cierto, pero sin el 50 por ciento más un voto para ser declarado triunfador, como establece la legislación del país cono sureño.
Además, se queja de la parcialidad de magistrados electorales, que determinaron que el exmandatario Inacio Lula da Silva, una vez superado un proceso penal en su contra, podía presentarse a las urnas de nueva cuenta, lo cual sucede en estos comicios.
La propuesta de Bolsonaro es el regreso a las boletas electorales, olvidadas desde 1996 tras su sustitución por las urnas electrónicas, a fin de contrastar los resultados. Este, más que el regreso de Lula a la competencia electoral, se erige como el motivo principal de su queja y sugerencia.
Lula es prácticamente un mito para la izquierda latinoamericana y muy respetado en la mundial. Antes que él solo se colocarían Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, ambos ya fallecidos. No se le escatima reconocimiento por sus logros presidenciales y quizá ahí radique que tiene más de 10 puntos porcentuales de ventaja sobre la docena de rivales que enfrentará en octubre, donde el único que se le acerca es Bolsonaro.
El ex capitán del Ejército parece estar construyendo desde ahora el mundo no real en que deslegitimaría a Lula si este triunfa. Se ve ya desde ahora las denuncias por el fraude electoral del que, asegurará, va a ser objeto. Sus quejas de que no hubo boletas electorales de papel, por lo que no se puede cotejar el resulatdo de las urnas electorales, y luego el constante golpeteo a la gestión de Lula, cuyo regreso se está construyendo pero de ninguna manera tiene asegurada una gestión exitosa.
La función del regreso de las boletas electorales no es viable legalmente, pues todo cambio debe de hacerse un año antes de la fecha de las elecciones y se está a diez semanas y media. Y si se hiciera, se crearía el caos pues seguramente los resultados no se corresponderían pero sí alimentarían el mundo no real que Bolsonaro quiere construir.
Ese mundo no real se asemeja bastante al que quiso construir en su momento Donald Trump y que sigue empecinado en alimentar, ahora con la creación de expectativa de si volverá a presentarse como aspirante presidencial, anuncio que ya dijo hará en las próximas semanas.
Hasta ahora, en el seno del Partido Republicano no parece haber quien le pudiera disputar la candidatura presidencial, y es posible que la sostenida baja en la aceptación y evaluación del actual presidente demócrata Joe Biden, formen los elementos que lo empujarán a darse el “sí” como aspirante presidencial para regresar a la Casa Blanca.
Solo la investigación del Congreso estadunidense podría impedirle asumir esa candidatura. Y todo indica que hacia allá van los testimonios que se están recogiendo, donde día a día se conoce la trama que quiso armar Trump para demostrar que había sido objeto de fraude, el cual solo existió en el mundo no real que el multimillonario neoyorquino creó.
Bolsonaro ya se dijo víctima de fraude hace seis años, anuncia que lo será de nuevo el próximo octubre, y si pierde como marcan las encuestas, pasaría seis años del gobierno de Lula quejándose de esa sucia jugada que lo privaría de la reelección, todo a fin de mantener activos a sus seguidores en el mundo no real desde el cual partiría de nuevo en 2028.
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