El ser humano mantiene relaciones mutuas con otros, el resultado de estas influencias es la adquisición dehábitos, costumbres y tradiciones. Comparten los recursos oriundos que aportan las zonas geográficas con características muy específicas del ambiente natural, del lugar en donde se desenvuelven, comparten prácticas especificas cotidianas y adoptados por influjos sociales.
La persona ya coaligados con los demás, surge en él inquietudes, deseos de innovación, cambios o adecuaciones en su forma de vida social, por ello, unos ponen en práctica todo lo posible derivado de la creatividad humana, otros colaboran y los indiferentes, solo son espectadores. Debido a estos contrastes en la sociedad, el investigador de la conciencia humana, Erik Homburger Erikson, expresó: “En la jungla social de la existencia humana, no hay sensación de estar vivo sin un sentido de identidad.” Dar sentido a la vida es desarrollar la creatividad.
Erik Erikson como fue más conocido, se acrecentó por ser un esmerado investigador del desarrollo psicológico de niños, vecindarios de diversas reservas de comunidades nativas en Estados Unidos. En sus vastos estudios concluyo que los infantes son el resultado de la influencia cultural en donde se desenvuelven, estos grupos nativos son aferrados en mantener su identidad, se vuelven resistentes para mantener los rasgos formativos y en acentuar la identidad cultural distintivas a su determinada etnia.
En México, por fortuna ha habido personas conscientes de la importancia de mantener la identidad cultural y de robustecerla para la permanencia de grupos originarios, para ser distintivo en el grupo étnico, estas conductas van desde: hábitos, costumbres, tradiciones, vestimenta, gastronomía.
Sobre todo, mantener la identidad través de conocimientos en las artes: pintura, escultura, música, arquitectura; literatura y danza. Entre esta legión los asiduos en robustecer de la cultura hñähñu, se destaca el recién fallecido profesor Pedro Secundino Miranda, distinguido coreógrafo de varias piezas de danzas. Entre ellas: “El Ixtle”, “El Quitzquemetl”, “La Ofrenda”, “La tuna; “La Quinceañera” y “El Olivo”.
La danza difiere de un baile, las danzas son partes de un rito, por consiguiente, el rito es una fiesta sagrada ofrendado a determinada deidad, acompañado de determinadas prácticas, entre ellas la danza. “La Danza el Ixtle” es un cumplido a la madre naturaleza, como tal, fue la primera creación dancística del profesor Pedro Secundino Miranda, inspiración que emergió desde 1965. Al igual como todo ser creativo, su semblante manifestaba alegría, asombro, incredulidad, estremecimiento al decir: “No podíamos creer que fuéramos los campeones, la danza de “El Ixtle” estuvo por encima de la danza de “Los viejitos”, de Michoacán, “El Venado”, de Sonora, “La Pluma” de Oaxaca, y “Los Quetzales” de Puebla. Este concurso de danzas se ejecutó en el concurso de la Jornada Cultural, verificado en San Gabrielito Estado de Guerrero.
El acierto de haber obtenido el primer lugar se debe a las virtudes que investía el destacado coreógrafo, entres estas integridades, tuvo un agudo sentido auditivo, fina vista para haber elegido la ubicación de los danzantes, elegir o crear la escenografía con tinte natural, en principio está en: imaginar el proyecto, crear la música, reclutar danzarines y sus suplentes, inventar los pasos, planear las secuencias de las evoluciones. Elegir la vestimenta.
La Danza del Ixtle, posee contenido religioso, místico, acatamiento, la puesta del ayate en la cabeza de las mujeres no es de sumisión, es de respeto hacia la naturaleza que le otorga lo necesario para la manutención a través del tallado de pencas de la lechuguilla, de magueyes para extraer la fibra, luego, hilarlas con malacates, acomodar los hilos en un telar y realizar todo lo necesario para formar el ayate, o tejer lasos a través del “tsanza” artefacto que al dar vueltas tuerce los hilos de la lechuguilla para hacer mecates, lazos y luego venderlas.
El proceso de elaboración estos productos terminados del agave, fue demostrado en la participación del grupo de danza dirigido por el Profesor Pedro Secundino Miranda en el festejo del Décimo Aniversario de la Enseñanza de la lengua hñähñu u Otomí, en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM (FES Acatlán, UNAM) en 2009, dicho homenaje fue con el apoyo de la Asociación Civil, Consejo Supremo Hñähñu (CSH). Agrupación de voluntariosos, siempre puesto en colaborar y en buscar los apoyos para la realización de eventos culturales para dar a conocer lo distintivo de la etnia que habita en el Valle del Mezquital Hidalgo.
El buen profesor instruye con el ejemplo, deposita la semilla de la inquietud, evoca sus sentidos para la creatividad, con sus actos da sentido su existir. Su cuerpo perece, pero sus enseñanzas prevalecen en sus hijos, alumnos, amistades y darán nuevos frutos. Él fue un gran educador. Extrañaremos su presencia, pero sus palabras permanecerán en nuestra memoria .