“Usted tiene la culpa por andar hablando por teléfono celular en esa zona”, le dijo el Ministerio Público a Roberto N, quien después de quedar semiinconsciente en el pavimento y con un brazo casi roto, acudió a levantar la denuncia por asalto con violencia, a seis calles del Zócalo de Puebla.

El 27 de mayo a las 5 de la tarde decidió comprar un encargo escolar de su hija en la 14 poniente entre la 3 y 5 norte. Caminó por la conflictiva zona del centro y después de encontrarse con unos policías, cuatro sujetos lo interceptaron metros más adelante, lo sometieron y golpearon para quitarle su teléfono celular y la cartera.

Roberto recibió una patada en la cara; le fracturaron la nariz y su brazo derecho quedó inmóvil. Empezó a sangrar mientras se quedó tirado en el suelo, a la vista de todos y sin ayuda de nadie; ni de los policías ni de los transeúntes que fueron testigos de otro asalto con violencia en esa parte de la ciudad.

Cuando narra su historia, las lágrimas son inevitables porque le da tristeza la indiferencia social y la normalización de la violencia que ha ido permeando con más fuerza en el país. Nadie se mete para no tener problemas, principalmente los vecinos de la 14 poniente quienes conocen la identidad de los delincuentes.

El asalto fue en unos instantes pero la recuperación ha sido lenta y dolorosa. Lleva dos meses de incapacidad y en este tiempo ha recibido ayuda psicológica para superar el trauma. Le dolió también que cuando hablaba por teléfono al momento del atraco su esposa escuchó todo; ella también fue víctima de estos pandilleros.

De los agresores solo ubica a un sujeto con tatuaje en el brazo pero cree que pudiera identificarlo si la policía se decide atrapar a esta banda que ha convertido el asalto con violencia en su forma de vida.

La 14 Poniente se ha ganado mala fama no solo por la inseguridad sino también por el desorden comercial que lleva años siendo un dolor de cabeza para autoridades y peatones.

Asimismo es un corredor de trata de personas y prostitución (a mí que no me digan que el maquillaje hace imposible reconocer a las menores de edad que atienden a los clientes en vía pública). El sexo servicio abunda como los puestos de frutas y verduras que han ocupado las banquetas al margen de la ley.

La 14 poniente se ha convertido en una zona de tolerancia; la inseguridad y la prostitución acarrean otros problemas sociales como el tráfico y consumo de drogas. Es necesario ir desactivando el coto de poder que han acumulado los delincuentes a lo largo de tantos años.

Nadie tiene derecho a sufrir un acto de extrema violencia como Roberto; quien se convierte en la segunda víctima de asalto de ese lugar que me comparte su historia con el mismo ingrediente (el primero fue un radioescucha de Denuncia 1170)… Policías espectadores de los asaltos ¿Coincidencia?

Mi cuenta en twitter @estradapaty

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