Antes la gente se llevaba chiquihuites llenos de pan de muerto para ofrecerlos a sus difuntos; ahora la realidad es otra, ha ido “muriendo” la costumbre de adquirir grandes cantidades de las denominadas hojaldras.
Esa es la percepción que tiene Doña Guillermina Vidal Herrera, quien se ha dedicado durante 45 años a la elaboración del pan en esta temporada del día de muertos; quien informó que anteriormente preparaban hasta 28 bultos de harina para hojaldra y 20 bultos de pan blanco, “era muy buena venta; hoy ya no”; ahora llegan apenas a 10 bultos.
Desde la panadería “princesa” ubicada en la calle 9 poniente esquina con 3 sur, revela que la gente ahora solo compra cierto numero de piezas, y ya no cantidades grandes para su ofrenda y consumo.
“Hace años la gente compraba por chiquihuites, venían de otros pueblos a adquirir el producto; ahora y no”, lamenta.
En ese sentido, insistió que la hojaldra ya no se sigue vendiendo como antes en las panaderías tradicionales, es mas negociable en los mercados, y aparte ya se hace otro tipo de pan: hojaldra pequeña, pan de manteca, recortado, codo, y rosquete.
En su opinión, consideró que la mala economía hace que las personas ya no gasten tanto en este alimento. “Como ya todo está caro, pues la gente ya no compra lo mismo”.
Como parte de este cambio de tradición, informó que, por ejemplo, el rosquete que desde que ella tiene uso de razón, ha sido tradicional en esta temporada, la gente ahora menos lo conoce.
“Es un tipo de pan elaborado con tiras de masa; la gente lo ha usado para pan de muerto; aunque casi no lo hacen en todos lados, y mucha gente no lo conoce”, sostuvo.
Recordó que el diseño de la hojaldra se le asocia al cuerpo –o esqueleto- de un muerto, mientras que el ajonjolí que lo acompaña son lágrimas, y la bolita principal del pan es el cráneo.
Tradición familiar
Doña Guillermina rememoró que desde que era niña su papá la ponía a realizar las hojaldras en la casa, entonces desde ese entonces se dedicó a tal labor ancestral y mexicana.
“yo inicio este oficio, y ahora están mis hijos y mis nietos, el negocio está con pura familia preparando y atendiendo”, destacó.
Puntualizó que en su negocio son muy tradicionales porque no utilizan ni conservadores, para hacer el pan; todo se crea con los ingredientes origionales.
Los orígenes
Según algunas fuentes, el pan de muerto se remonta a nuestros orígenes prehispánicos con la elaboración del “papalotlaxcalli” o “pan de mariposa” hecho a base de amaranto y miel, exclusivo para las ofrendas a Huitzilopochtli.
Aunque expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aseguran que el pan de muerto es resultado del sincretismo de dos culturas, al igual que toda la tradición de las fiestas de Día de Muertos, por un lado el culto a los muertos de los habitantes originarios y por otro la elaboración del pan de trigo de los europeos.
En la actualidad se calcula que hay ¡750 variedades distintas de pan de muerto!