En Perú, entre enero y septiembre de este año, fueron reportadas 4,052 mujeres desaparecidas; de ellas, 2,894 son niñas o adolescentes, según el más reciente informe de la Defensoría del Pueblo.

Estamos hablando de 15 mujeres diarias.

–Creo que la condición de la mujer en Bolivia y Perú es un tanto diferente que en México, considerando la mayor población indígena con que cuentan los dos países sudamericanos. ¿Cómo es que insertas en México tu proyecto? ¿Qué condiciones similares y distantes encuentras?

–Considero que definitivamente el proyecto contiene vida propia; en Perú tengo un acercamiento a lo religioso; ahí está la mujer que hace cosas y calla u oculta; en Bolivia me enfrento a una violencia de género terrible: las historias de violaciones y de violencia son muy fuertes; en cambio en México descubro que las mujeres son empoderadas.

Sin embargo, también me encuentro con casos de mujeres silenciadas; cuando realicé el proyecto en Puebla –marzo de 2020–, llegaron muchas mujeres de manera anónima: “Yo quiero hablar, esta es mi voz, necesito que me escuchen, que el mundo vea”. Es decir, veo similitudes en mayor o menor grado, pero definitivamente, sí hay una similitud.

Cecilia de Lima está ahora en la Ciudad de México, esperando moverse hacia otro estado de la República.

–Tengo una invitación para el próximo año en Tabasco, será para marzo. Vamos a ver qué pasa porque también tengo otras invitaciones nuevamente en Puebla y creo que estaré por allá a finales de octubre.

Su trabajo no se reduce a armar piezas artísticas, que si bien son construidas para dar voz a esas Mujeres Prohibidas –que encuentran en ella el reservorio para relatar los hitos que se han convertido en cicatrices del alma –el trabajo se extiende a la organización de talleres, pláticas y búsqueda de apoyos para mujeres que han sido vulneradas por una sociedad que parece marchar en reversa.

–Mi experiencia mayor es aquella que me ha enseñado cómo puedes establecer nexos con las personas; por ejemplo, con las damas que trabajan en La Merced (las sexoservidoras), fui invitada a participar y me encontré con mujeres analfabetas que no sabían ni siquiera qué era un círculo; ofrecí una pieza que si se vendía, el dinero sería utilizado para impartir un taller con niñas de trata; así fue, la obra se vendió y trabajé con ellas el taller; las chicas fueron a la galería, las llevé a Bellas Artes. Fue sumamente aleccionador. Luego de este tipo de experiencias, siento que el ayudar a través del arte, me parece que es lo más bonito que hago. Me encanta.

Cecilia de Lima es egresada con medalla de oro en grabado de la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú; Mención Honrosa en la I Bienal de Grabado Paco Urondo, en Buenos Aires, Argentina.

Representante peruana en la Bienal de Miniprints del Floream Museum en Rumania; en la V Feria Internacional de Gráfica Guadalupe Posada, México, y en la exposición Threads of Truth del Zhou B Art Center, en Chicago.

Ha Participado en la XXXI Bienal Internacional de Sao Paulo, a través de los proyectos de galerías, con la Galería Martha Traba.

El año 2017 realizó una investigación gráfica en la Ciudad de México y expuso en diversas galerías, con el respaldo de la Embajada del Perú en México; además de apoyar directamente en la organización de ayuda para los damnificados del sismo que sacudió el país ese año.

“Hicimos una historia con un niño: yo hice el lienzo y se lo dimos a un poeta; él hizo un poema con respecto a lo que cuenta el niño y así fuimos tejiendo una historia multidisciplinaria que nos llena a todos”.

F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías

@ALEELIASG

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