En lo íntimo,

ellos -el pueblo vestido de policía que nos reprime-,

quisieran estar de nuestro lado..

Abel Pérez Rojas

Actualmente Colombia está viviendo una situación social muy complicada.

Las protestas que iniciaron el pasado 28 de abril con motivo de la reforma tributaria ha sido solo el síntoma más evidente del malestar que no es de ahora, pero que se ha vuelto insoportable para gran parte de la población.

Así lo han externado en diferentes entrevistas, hermanos colombianos de la clase social media alta hacia abajo.

La respuesta policial desmedida a las protestas ha dejado incontables costos que ya han puesto la mirada internacional en ese país; de acuerdo con diversos medios, hasta el pasado 12 de mayo del año en curso, se contabilizaban cuarenta personas muertas, poco más de mil detenciones arbitrarias y casi cuatrocientas personas desaparecidas.

Las cifras negras, a consecuencia de la protesta generalizada, no pueden ser solo el producto de policías actuando por su cuenta, sino de lo que es una estrategia de miedo y confrontación que ya se ha visto en otros países, y en el mismo Colombia, tiempo atrás.

A mi parecer y a la distancia, veo que en medio de todo lo que se está viviendo en Colombia, hay muchos intereses en juego.

No se trata solo de pasarle la factura al pueblo de una economía quebrada –a la cual el covid solo le colocó la gota que derramó el vaso– sino de asegurar que pese a cualquier cambio la enorme riqueza colombiana siga empeñada con los intereses capitalistas sin escrúpulos.

El punto neurálgico del capítulo que estamos viendo y que se repite en casi todo el mundo es prolongar el fatídico destino y comprometer el futuro de las próximas generaciones.

Colombia es un punto geoestratégico sin igual, porque desde Norteamérica, es la puerta natural de entrada para toda Sudamérica.

Es el único país sudamericano que tiene costas por igual en el Océano Pacífico y en el Mar Caribe.

Colombia es uno de los nueve países que comparten la selva amazónica, el más importante bosque tropical del mundo.

Es rica en petróleo, oro, níquel, cobre, plata, platino y esmeraldas.

Colombia es considero el país más importante en la producción de cocaína, ello le vuelve un territorio extremadamente atractivo por las implicaciones económicas y políticas que juegan las drogas en el norte del continente.

Pese a su riqueza, la deuda externa de Colombia sigue a la alza, de acuerdo a un reciente informe publicado en Forbes.co —Deuda externa de Colombia sigue creciendo: llegó a US$156.834 millones—, ésta representó un incremento del 11.6%, comparada con lo que se tenía a principios del año pasado.

Se está hipotecando suicidamente a Colombia.

Desde una visión muy general, parece ser que Colombia se encuentra en un tobogán en descenso creciente, cuyo costo se le está trasladando a su pueblo sin su consentimiento.

Es entendible que el pueblo colombiano se oponga a la sumisión y a la entrega de su patrimonio presente y futuro.

Es comprensible que el pueblo colombiano esté en pie de lucha.

Es también comprensible por qué nos solidarizamos a la distancia con la lucha de ese pueblo hermano.

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com

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