Los seres humanos por naturaleza somos sociales; desde que somos bebés necesitamos de otras personas para sobrevivir; durante toda nuestra infancia continuamos dependiendo de los demás para desarrollarnos saludablemente tanto física como emocionalmente; al comenzar los años escolares entran en escena otros actores aparte de mamá y papá, los abuelos o quien sea que se encargue de cuidarnos mientras somos más pequeños; para los que acuden a guardería entran antes.  Desde que conocemos a nuestros primeros maestros y compañeros nuestro círculo social sea amplía mucho.

A partir del preescolar siempre tratamos de pertenecer a algún grupito, de encajar en alguna “bolita”, de no sentirnos solos. En casa nuestros papás nos preguntan que si ya hicimos amiguitas/os y si por algún motivo no logramos hacerlo surge una leve preocupación, que aumenta si la situación persiste. Cada niña y niño es diferente, pero tarde o temprano acaban todos perteneciendo a algún grupo o por lo menos encontrando a su mejor amiga/o.

Es bonito tener amigas/os, pero hay algo que es también muy bonito y que se ha dejado de lado por mucho tiempo: ser amiga/go de una misma.

¿Les ha pasado que por más amistades que tengan, que por más apoyo moral y porras que reciban de aquellas, se sienten solas, tristes o desmoralizadas? Es porque no sabemos ser amigas de nosotras mismas.

Generalmente lo que hacemos cuando algo nos sale mal es autosabotearnos diciéndonos de todo incluyendo groserías y menospreciándonos; para acabarla de amolar nos echamos la culpa de todo lo que pasa y nos aventamos a la cama a llorar nuestras desgracias sin dejar de tirarnos basura emocional. Cuando algo malo o triste nos ocurre es totalmente válido sentirnos pésimo, lamentarnos y llorar, pero lo que no está padre es autosabotearnos.

¿Pero por qué hacemos esto? Sencillo: porque no tenemos suficiente autoestima y autocontrol de nuestras emociones.

Que ¿Cómo podemos lograrlo? Aprendiendo a estar solas.

Y no me saco de la manga la respuesta. Esto lo aprendí durante los años que acudí a talleres de autoayuda en el Centro de Justicia para las Mujeres del municipio de Puebla. Además, he estado leyendo un excelente libro cuya autora es psicóloga y quien explica de manera muy digerible diversos conceptos psicológicos que todas y todos deberíamos conocer. Entre ellos se encuentran los de dependencia emocional, apegos y autoestima, de los cuales he hablado en anteriores columnas. El libro se llama, “Detente, ¿Cómo va tu vida?”, de la psicóloga Érika Pavón.

Desde los talleres que les mencionaba, recuerdo que nos dejaban tareas a mis compañeras y a mí con el objetivo de aprender a disfrutar nuestra propia compañía. Una de las tareas consistió en darnos tiempo para salir a algún lado solas. Recuerdo que antes del taller ya me había ido tres veces sola al cine así que no me costó trabajo llevar a cabo la tarea, pero a algunas compañeras que nunca lo habían hecho sí. Estaban tan acostumbradas a depender emocionalmente de alguien para sentirse bien que no sabían cómo podrían lograr hacer alguna actividad solas.

Cuando tenemos novio o pareja solemos priorizarla en perjuicio de nosotras mismas así como dejar en sus manos el control de nuestras emociones; es decir, si estamos bien con el novio nos sentimos de maravilla pero si surge algún conflicto o conque no nos hable o escriba como siempre ya empezamos a sentir el ánimo por el suelo, vemos todo gris y andamos tristes y de malas todo el tiempo. Esto es parte de la dependencia emocional de la que hablé hace unas semanas y la cual reconozco padecí en una relación.

Para romper esta dependencia con las parejas es fundamental aprender a pasar tiempo de calidad con nosotras mismas, aprender a apapacharnos hablándonos bonito en vez de autosabotearnos y entender que no pasa nada si andamos un tiempo sin galán.

La soledad no es mala, al contrario, es bonita cuando somos felices con quienes somos, cuando estamos satisfechas con nuestro ser, cuando nos damos el valor que merecemos. La soledad nos permite autoconocernos mejor, modificar lo que tengamos que modificar para sentirnos más cómodas con nosotras, así como descubrir más aspectos nuestros, quiénes somos, qué queremos y qué no queremos para nuestra vida y en una pareja; también poder saber qué estamos dispuestas a dar y aceptar y qué no.

Así que las invito a animarse a pasar tiempo con ustedes mismas, a irse a tomar un café o al cine solas; a planear actividades que puedan hacer para su propio disfrute cuando tengan algún rato a solas en casa, así como a hablarse bonito frente al espejo en algún momento que tengan. Verán que si logran hacerlo, poco a poco su autopercepción mejorará y nunca volverán a sentirse solas de sí mismas.

Nos leemos el próximo lunes.

CONTACTO

@Ari_Sintesis127 en Twtitter.

rodaril127@gmail.com

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here