Escuchar la palabra París siempre nos recuerda un lugar para ir a ver no solo sus monumentos, grandes bulevares y edificios si no también ver la vida de aquellos que están ahí siempre.

En muchas guías de viaje siempre se menciona como obligatorio si estas en Paris visitar Notre Dame, la torre Eiffel o el museo del Louvre, sin embargo me gusta insistir a los viajeros que nada es a fuerza, que viajar es un acto de libertad que conjuga la experiencia de ver lo que anhelamos y comprender cómo viven aquellos que están ahí y si en algún momento pasamos varias horas sentados en un café de la zona de la ópera de Paris puede ser que tengamos más alegría y entendimiento de las costumbres parisinas que estar formados para subir la torre o conocer la Mona Lisa.

Porque ver pasar a los locales y ver desde nuestra pausa en la vida lo cotidiano de otros nos permite tener un verdadero descanso del cuerpo, la mente y el espíritu y regresar relajados y con más ideas, aprovechando lo que un amigo italiano dice de las vacaciones: “viajar es también es el ocio inteligente” ya que algunas veces las mejores ideas para ti vida ocurren cuando estás ajeno a tu vida normal.

Y si ya tuviste tiempo para ver pasar la vida, también puedes disfrutar un recorrido por aquellos lugares que más te den ganas ver y posiblemente descubrir tesoros de Paris que no estén como “obligados” y que te permitan sentir el pulso de la ciudad que algunos dicen que es la más romántica de Europa.

El viñedo de Montmatre, la Saint Chapelle o el Passage Couverts son espacios para la reflexión, la tranquilidad y el visitar sin aglomeraciones, aunque ir un rato al Louvre puede dejar un buen sabor de boca.

“Abrázame fuerte y hazlo rápido,

este hechizo que me has lanzado,

esto es la vida de color de rosa”

La Vida en Rosa-Edit Piaf

Viajemos juntos.

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