Aunque sorprenda, parece lógico y hasta normal que aquellos que antes gozaron de las mieles del poder, de su riqueza, de sus pasiones, de sus excesos, de lo exclusivo de su nivel socio económico y de todos los privilegios que otorga hoy estén en la cárcel.

Y aunque parezca broma, por algo dice el dicho que ahora aplica en Puebla: “el que no tiene y llega a tener, loco se quiere volver”.

Nada más cierto.

Porque aquellos personajes que creyeron pertenecer a la clase política y social privilegiada de Puebla parece que se volvieron locos porque hoy están tras las rejas.

¿Qué carajo tiene el poder que los ciega, que los vuelve tontos?

Eso sí, ciega a los débiles o a los ambiciosos, porque no todos los políticos o los poderosos están en la cárcel.

El caso de Javier López Zavala es emblemático.

Un personaje de origen chiapaneco que encontró en Puebla su mina de oro, junto con el marinismo, por considerarse el hijo putativo del ex gobernador Mario Marín Torres, mejor conocido como “el gober precioso”, y quien también está recluido por haber ordenado detener, torturar y encarcelar a la periodista y escritor Lydia Cacho Ribeiro.

Zavala, siempre fue la envida de todos porque se encumbró sin el mayor esfuerzo y sin siquiera la capacidad para ser un líder.

El marinismo y su padre político incluso lo hicieron candidato al gobierno en 2010.

Sin embargo, su poca fuerza, su nulo arrastre y su risible liderazgo lo hicieron fracasar y caer ante el entonces candidato del PAN y una mega alianza partidista, Rafael Moreno Valle Rosas.

Y cómo es la vida, a los padres del Morenovallismo, quienes también incurrieron en el exceso del poder, están muertos por un trágico accidente aéreo.

Por eso me vuelvo a preguntar ¿qué carajos les da el poder a los políticos que los hace cambiar?

Bueno, en realidad el poder hace presa, insisto, a los débiles y a los ambiciosos, quienes una vez que lo obtienen se olvidan de quiénes son y de dónde vienen.

En Puebla hoy por hoy vivimos un momento extraño, sin precedentes.

Tal vez por el gobierno, por las circunstancias, por la ambición y/o por los excesos del poder y del dinero.

Lo que me queda claro es que tuvo que llegar un político de izquierda, como lo es el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, para que en el estado se acabara con la impunidad, con el tráfico de influencias, con la corrupción y con los excesos del poder.

Porque hoy ya anda de eso se perdona.

Y prueba de ello son precisamente las detenciones y encarcelamientos de personajes como Zavala, como Eukid Castañón Herrera, ex operador del morenovallismo; del director del Diario Cambio, Arturo Rueda, y de muchos otros que antes gozaron de impunidad, gracias a sus influencias, a pesar de sus graves delitos.

¿Qué carajo pasa en Puebla?

¿Tan podrida estaba su clase política?

¿Tan asquerosas son sus relaciones y privilegios para con los poderosos y ricos?

Está claro que Zavala pensó que aún seguía siendo un hombre de poder, intocable, impune y que con dinero todo podía resolver.

De allí estriba precisamente el vínculo con su ex particular, Santiago Bárcena Álvarez, quien siempre presumió poder por ser un político clasista y poseer negocios de todo tipo.

Porque el famoso “Santi”, como se hacía llamar y como lo conocían sus amigos, dicen que siempre fue cómplice de Zavala en los negocios y, ahora sabemos, hasta en lo oscuro y malo.

Él siempre vio el manejo de los dineros del impulsor del proyecto “Z”.

Por algo gozaba de privilegio especial con Zavala y su entorno.

Incluso llegó a convertirse en delegado de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en Puebla.

¿Por qué? Sólo Zavala y Santiago Bárcena lo saben.

El caso es que ambos, cómplices otra vez, hoy están en la cárcel y parece difícil que puedan librarla.

La vida y obra de “Zavalita”, como se referían aquellos que lo querían ridiculizar, es toda una tragedia.

Porque toco el cielo, estuvo entre las nubes y ahora cayó y está viviendo en el infierno.

Su propio infierno.

¿Qué deberá tener en el corazón o en la mente para haber mandado asesinar a la madre de su hijo de tres años, Cecilia Monzón Pérez?

¿Qué pensará alguien que ordena el asesinato de una persona?

¿Qué nadie lo descubrirá?

¿Qué siempre seguirá impune y con poder?

Puebla parece vivir una película de terror en estos tiempos.

Porque no hace mucho este tipo de personajes estaban libres, con poder, en el gobierno y ordenando el futuro de nuestro estado.

¿Qué mal habremos hecho los poblanos para merecer este tipo de funcionarios?

Y lo peor es que ni poblanos son.

Ojalá que a nadie más se le ocurra seguir contratando chiapanecos, ni más foráneos, para venir a gobernar Puebla.

Ya debería acuñarse aquello, por todo lo sucedido, de Puebla para los poblanos.

poncharelazo@yahoo.com.mx

En twitter: @poncharelazo

Facebook: Alfonso González

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