Hace más de cien años, 20 de enero de 1913, en un modesto féretro yacía un personaje conocido como don Lupe, cuya muerte pareció no importar a nadie. Salió de una de las tantas vecindades marginales del barrio de Tepito, en la Ciudad de México. Fue enterrado en la zona de sexta clase, la única gratuita del Panteón de Dolores.
Siete años después se le desenterró, pues nadie reclamó sus restos y fue emplazado en una fosa común, junto a decenas de restos de otros personajes que, como él, fueron olvidados.

Extraña historia de un hombre cuya obra más conocida, la llamada Calavera Catrina, comenzaría a circular por esos meses y que, a la postre, se convirtió en uno de los símbolos de nuestra identidad nacional.
Su historia es un rompecabezas que está por armarse. Por desgracia, muchas de las piezas fueron manipuladas y la imagen histórica que construimos no fue tal. De Posada sólo conocemos dos fotografías. No localizamos ningún autorretrato, figura que generan casi todos los artistas.

De su vida personal tampoco se sabe gran cosa. Desde 1957 que Ricardo Topete descubrió muchos de sus datos personales, una parte de su historia al descubrir tanto el nombre como la temprana muerte de su único hijo: Juan Sabino.
Dibujó sus famosas calaveras en bicicleta, a caballo, cuchillo en mano, de parranda, en funerales para inmortalizarse, junto a una producción de grabados y carteles que suman más de 5 millones de ejemplares. Su obra como pintor, ilustrador y caricaturista influyó, sin duda, en Orozco, Rivera y Díaz de León, entre otros artistas relevantes.

Cronista de su tiempo, con humor y ojo crítico grabó creencias y costumbres, nota roja y abusos del gobierno. Ilustró corridos, mitos y leyendas, desde relatos míticos hasta crímenes pasionales. Colaboró en periódicos como La Patria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote, Nuevo Siglo, Gil Blas y El Hijo del Ahuizote.
El Borracho, El Fenómeno, El Revolucionario, Don Chepito Marihuano y la Calavera Garbancera, más conocida como La Catrina, fueron algunos de sus destacados personajes, célebres en sus grabados fundamentalmente.
Considerado por Diego Rivera como el prototipo del artista del pueblo, fue precursor del movimiento nacionalista mexicano.
José Guadalupe Posada sin lugar a dudas será siempre el creador de la calavera garbancera que se transformará en La Catrina, un icono de este país y por el cual en cierta medida es identificado.