Antes de la pandemia, el sector se estaba desgastando, no por la baja de turistas ni por el gasto promedio, pues había tantas personas viajando como nunca y la derrama económica era altísima, sino que ya existía una fatiga en los destinos turísticos más importantes o emblemáticos. Ya no era raro escuchar que, en distintas ciudades europeas, el exceso de visitantes fuera motivo de queja. Más que un beneficio, esto provocaba molestias innecesarias.

Qué equivocados estaban esos ciudadanos! Es cierto que se exageró en algunos lugares la reconversión de lo local por lo estereotipado; sin embargo, ahora que el mundo está detenido, se sintió el golpe en la economía y en el ánimo de las personas debido a la ausencia de vida en puntos que parecían que jamás estarían vacíos. La cadena de valor del turismo no se remite exclusivamente a servicios directos, como muchos agentes económicos opinan. El turismo va más allá de un hotel, un avión o un tren porque es una de las actividades económicas más amplias que existen en la economía mundial y que, además de ser un porcentaje importante en el producto interno bruto, es una de las principales generadoras de fuentes de empleo en todo el mundo.

Nunca se había manifestado tanto la necesidad de viajar. El no poder salir ni de los hogares provoca un sentimiento de frustración, miedo, enojo y ansiedad. La industria turística empezó a distribuir material audiovisual y a hacer webinars para intentar acercarnos a un destino, generar una referencia y esperar a que, cuando se pueda viajar, escojamos este lugar.

Lo que está pasando no tiene referencia alguna y, por lo tanto, no se puede hacer una predicción basada en hechos reales de cómo se comportará el mundo de los viajes cuando la pandemia termine. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial no hubo Juegos Olímpicos ni Mundial de Futbol, pero las personas no viajaban por el mundo como ahora, y a estos eventos sólo acudían los deportistas, los directivos y jueces además de que el público era, en su gran mayoría, local.  La cantidad de vuelos comerciales era mínima en comparación con 2019 y la infraestructura hotelera, portuaria, naviera y de parques temáticos no existía. Ahora todo paró y el mundo resintió la falta de turistas.

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